La Policía Local entregó el decreto. | Daniel Espinosa

Ayer por la mañana ya se podía ver algún coche frente a la escalera 2 de los apartamentos Don Pepe con el maletero abierto, esperando a ser llenado. Todavía no había decreto de desalojo. Los vecinos de este portal no habían recibido ninguna notificación ni se les había informado de la medida, más allá de la llamada extraoficial que recibió el sábado la presidenta de la comunidad de vecinos, con la que el Ayuntamiento informaba de que el desalojo se llevaría a cabo entre el martes y el jueves.

A través de la prensa sabían que a lo largo del día de ayer el Ayuntamiento de Sant Josep tenía previsto rubricar un decreto con el que instaba el desalojo tras la inspección técnica efectuada el pasado lunes. Cinco técnicos (tres aparejadores y dos arquitectos) visitaron la escalera 1 para determinar el estado de la pared medianera que da a la escalera 2. El examen visual no permitía garantizar la seguridad de ese muro, por lo que instaban a un desalojo preventivo.

En total hay nueve viviendas habitadas en la escalera 2, en cinco de ellas viven los propietarios y otras cuatro están alquiladas.

En el tercer piso, un vecino que prefiere no ser mecionado, llamémosle Julio, tenía ya algunas las cajas preparadas. «Mira las grietas y los escombros que tengo», ironizaba. Aseguró que su piso estaba tal cual se había construido en los años 60. «Hasta las puertas son las originales». Las paredes no mostraban ninguna señal de deterioro aparente. En una de las habitaciones tenía todavía varias cajas vacías por llenar.

Se mostraba indignado ante el desalojo, dado que nadie había comprobado el estado de las viviendas y no se habían hecho las catas previstas en los apartamentos.

«Ahora nos envían a otro apartamento un mes, ¿pero luego qué?» se preguntaba. Tiene que pagar su hipoteca hasta 2046 y el estado no le ha empezado a pagar la prestación del ERTE parcial, en el que está desde el 29 de marzo.

Desalojo
A las 18:00 llegó la mujer de Julio. «Esta noche no dormimos aquí, que lo sepas». Había estado hablando con las trabajadoras sociales, que esperaban fuera a la llegada de la Policía Local.

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La espera se hacía tensa. Muchos vecinos ya estaban bajando sus muebles, electrodomésticos, cajas con ropa. Toda una vida.

Mientras la Policía y las funcionarias subían piso a piso, Julio recibía una llamada de su hermana que vive en el bloque de enfrente. «Ahora nos toca a nosotros, pero nos van a echar a todos», le decía durante la conversación. Las especulaciones de todo tipo van de boca a oído en la comunidad.

La madre de Julio llegó al rato para acompañar y ayudar a su hijo y su nuera. Mientras charlaban sobre qué harán con los muebles tocaron a la puerta.

«Buenas tardes caballero, ¿es usted el propietario?» «Sí, soy yo». «Venimos a informarle...». La Policía Local informa diligentemente y le entrega el decreto. «Orden de ejecución urgente en relación con las deficiencias estructurales observadas y el riesgo inminente para la seguridad de las personas que habitan el edificio Cantos Rodados “Apartamentos Don Pepe”, escalera 2», reza el encabezado en negrita.

Anotaron los datos de Julio. «Hoy tienen que abandonar su vivienda. Cojan lo que puedan y deben ir a los apartamentos que les indicarán si no tienen otro sitio. Mañana (por hoy), si tienen que recoger más cosas, podrán entrar con nosotros. Firme el recibo».

Irán a los apartamentos Bon Sol. Temporalmente. Hoy se reunirán con el Ayuntamiento. Julio es pesimista. «No vamos a volver aquí, acuérdate de lo que te digo».

Desde el Consistorio informaron que a cierre de esta edición se había desalojado a 12 personas de siete de los nueve apartamentos habitados. En uno de los apartamentos una pareja se negó a abandonar su domicilio y en otro no estaba el propietario.