Gente de Ibiza

«Una vuelta en moto lo cura todo»

Vicent ‘Ros’ lleva toda una vida dedicado a su pasión: las motos

‘Ros’ en su nave de sa Blanca Dona tras su charla con ‘Periódico de Ibiza y Formentera’. | Toni P.

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V icent Juan Torres Ros, (Can Ros des Novells, Santa Eulària, 1969) es un referente en el mundo del motor en Ibiza. Desde muy joven, su fascinación por las motos lo llevó a aprender mecánica y a abrir su propio negocio. Ha participado en competiciones de resistencia y ha contribuido a mantener viva la afición por las dos ruedas en la isla.

—¿Dónde nació usted?

—Nací en la casa familiar: Can Ros des Novells, que está en Santa Eulària, muy cerca de Sant Llorenç y de Sant Carles. Allí también nació mi hermana Cati cinco años antes que yo.

—¿A qué se dedicaban sus padres?

—Al campo. Tanto mi padre, Vicent, como mi madre, Maria, se dedicaban a la finca familiar y a cuidar de los animales. Mi madre, que era de sa Clotada, cerca de Cala Xarraca, solía encargarse de ordeñar a las vacas y hacer quesos, mientras mi padre solía bajar al Mercat Vell para coger sitio por la mañana y vender sus productos.

—¿Creció usted en el campo?

—Así es. Crecí llevando el tractor, regando… Pero la verdad es que nunca me gustó. Lo que de verdad me gustaba eran las motos. Eran mi obsesión. Tanto, que cada vez que podía ir a Vila, iba al puerto a ver cómo desembarcaban las motos que venían de la Península. Era el único lugar donde podías ver modelos distintos. Mi padrino me regaló una caja de herramientas y llegué a montarme mi propia moto cuando ni siquiera había terminado la EGB, juntando el chasis de una Mobylette, los amortiguadores de una Puch X30... Lo que vendría a ser una moto híbrida (risas). Se rompía cada día, pero bueno (risas). Antes, ya había instalado el motor de una Mobylette que descubrí que mi padre tenía abandonada en un carricoche de madera que me había construido. ¡Menos mal que nunca arrancó! (más risas). Siempre tenía que andar escondiendo piezas de la moto para que no las vieran mis padres. Sin embargo, me fui sacando los carnés cada vez que alcanzaba la edad: el de 50 cc a los 14, el de 75 cc a los 16 y, nada más cumplir los 18, el de moto grande.

—Tras la EGB, ¿estudió Mecánica?

—Sí. Hice dos años de FP de mecánica, pero entonces todavía no había especialización en motos. Antes de terminar la EGB ya había estado trabajando en un taller. Creo que fue el último verano cuando convencí a mi padre para que hablara con Pepito, un vecino que tenía el taller Motos San Lorenzo, para que pudiera aprender con él. Cuando terminé la FP, estuve trabajando en prácticamente todos los talleres de Santa Eulària. Me libré de la mili por un excedente de cupo que resultó ser por un error del Ayuntamiento con mi fecha de nacimiento que yo me callé (risas). De esta manera, pude seguir trabajando en talleres como el de Motos Juanito, Motos Antonio, Delta Motos, Betacar o Bimoto, donde estuve hasta el 95.

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—¿Dejó entonces la mecánica?

—No. Lo dejé para montar mi propio taller, que abrí en Santa Eulària en 1996 con la ayuda de Bimoto y de Juanito ‘Curreu’. Allí tenía un espacio para el taller y otro para las motos. Poco a poco fui cogiendo marcas como MV Agusta o Cagiva y, en 2002, abrí otra tienda en Vila. Sin embargo, se me hizo muy difícil encontrar gente válida para tener en los dos sitios, así que pensé en unificarlo todo en un mismo lugar. De esta manera, en 2008, compré la nave en sa Blanca Dona, donde sigo a día de hoy, con la idea de vender el local de Santa Eulària. Con la llegada de la crisis se me hizo imposible venderlo y, además, bajó mucho la venta de motos, convirtiéndose en una época de lo más complicada. No logré vender el local de Santa Eulària hasta 2016 y decidí mantener el de Vila como ‘boutique’ de complementos y ampliar el taller de la nave adquiriendo el tercer local para poner la tienda. Ahora tengo marcas como Husqvarna, Aprilia y Moto Guzzi.

—Más allá de la venta y el taller, ¿su afición por las motos ha ido más allá?

—Así es. Siempre me ha gustado correr en moto y, aunque ahora ya no tanto, organizaba salidas a circuitos como el de Cartagena o Almería con gente de aquí. También he participado en algunas competiciones de resistencia como el Campeonato de España o las 24 horas de Montjuïc, que corrí en tres ocasiones.

—¿Cómo fue la aventura de salir a competir?

—La primera vez, en 1995, fue una locura. En el equipo estaba con Elías y con Juan Luis ‘Skol’, y ninguno de los tres habíamos pisado un circuito antes. Fue todo un acontecimiento: organizábamos fiestas, sorteos o ventas de camisetas para buscar financiación y todo el mundo se volcó bastante. La primera vez que fuimos al circuito fue el día de los entrenos. Mi obsesión era tocar la rodilla con el asfalto y, en la primera curva que pillé, casi me pongo la moto por sombrero (ríe). Allí aprendí que había que calentar los neumáticos (más risas). El día de la clasificación, ‘Skol’ se cayó y logré clasificarnos por los pelos. Con todo lo que habíamos liado en Ibiza, ¡imagínate que ni siquiera nos clasificamos! Fue todo un acontecimiento con un equipazo de mecánicos y amigos como ‘Luchy’, Juanito ‘Curreu’, Emeterio, Xicu, Javi… Las siguientes veces participé en equipos un poco más profesionales como BQR o con Emilio Alzamora. Llegamos a conseguir el puesto 13 de la general, justo por detrás de los profesionales.

—¿Sigue habiendo la misma afición por las motos hoy en día?

—No. La afición ha bajado, solo hay que pasar por delante de un instituto y comparar las motos que ves ahora con las que se veían antes. Ahora todos los jóvenes conocen los nombres de pilotos como Márquez, pero no les llama la atención tener motos. Supongo que les gusta más mirarse los teléfonos. Sin embargo, se siguen viendo muchas motos en Ibiza, pero creo que son de gente de una edad más cercana a la mía. Aunque, la verdad, es que en nuestra época hacíamos auténticas barbaridades con la moto, corriendo por sa Cala o Portinatx. Teníamos gasolina en la sangre, pero también es verdad que había mucho menos tráfico que el que hay ahora.

—¿Qué significa para usted ir en moto?

—Cuando estás estresado o te pasa cualquier cosa, una vuelta en moto lo cura todo. Es la mejor manera de evadirte de los problemas y desintoxicarte un rato, prestándole atención solo a la carretera y a las sensaciones. Además, ahora hay que ir con más cuidado que nunca. Vale que sirve para evadirte y todo lo demás, pero hay que tener en cuenta que cada vez hay más cruces que no te esperas y te salen coches de cualquier lado. Hay que ir siempre bien protegido porque nunca se sabe. En mi vida como motero he tenido que despedir a varios compañeros como Emilio o nuestro añorado Luis Fonseca.