En estos casos, «el IB-Salut puede dictaminar que durante un tiempo no se hagan estas presentaciones y den alternativas, son substituciones excepcionales», añade Emma Suárez, farmacéutica del Centro de Información del Medicamento. Un buen ejemplo sería la instrucción que, en este caso y en su día lanzó la Agencia Estatal del Medicamento, frente a la escasez de amoxicilina pediátrica. La propuesta para esquivar el problema fue utilizar los envases en pastillas de los adultos y partirlas para darle una dosis menor a los niños. La comisión se reúne de forma semanal o quincenal e intenta «crear algoritmos para detectar las carencias, valorarlas y velar o desvelar una prescripción», explican.
Ministerio Sanidad
A nivel ministerial también se han activado estrategias para afrontar la falta de fármacos, la principal pasa por presionar a las empresas farmacéuticas a quienes a veces no les compensa la fabricación por sus escasos beneficios. Aún así, explica Antoni Real, el principal problema es que la fabricación de los principios activos se centraliza en China y la India y la inflación, el transporte, la pandemia o la guerra de Ucrania ha complicado el suministro de materiales. «Son muchos factores», añade.
Sin embargo el problema no es nuevo, «es una tónica que se mantiene en el tiempo». Si bien en los últimos tiempos su impacto es mayor porque afecta a productos de uso más común, sobre todo en el caso del antibiótico pediátrico. El presidente de COFIB insiste de nuevo en remarcar que «no existe un problema de salud pública» porque hasta el momento, todos los fármacos afectados por la escasez tienen substitutivos.
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