Patio del colegio Jaume Fornaris, de Son Servera, donde sucedieron los hechos. | Joan Sitges

Hace unos días, en el colegio Jaume Fornaris, de Son Servera, a los monitores de la ‘escoleta matinera' se les escapó un niño de tres años del aula. El pequeño consiguió salir del centro, caminó tranquilamente por la calle Creus donde permaneció varios minutos campando a sus anchas totalmente solo entre el bullicio de los coches y a escasos 20 metros de una zona boscosa. Lo más grave, es que ninguno de los cinco monitores que en teoría tenían que estar velando por los escolares se percataron de la fuga ni tampoco de su ausencia en clase.

Afortunadamente, esta historia tuvo un final feliz gracias al noble gesto de una madre que, de forma pedagógica y maternal, se acercó al pequeño que se encontraba asustado en plena calle y le convenció para que entrara con ellos de nuevo a clase. A las 8:25 horas, esta buena samaritana se lo entregó a los monitores y éstos se hicieron cargo del escolar. A partir de ese momento se vivió un seguido de despropósitos difícil de entender. A las 13:50 horas, cuando la progenitora del niño acudió al centro para recogerlo, absolutamente nadie les contó nada de lo sucedido. Madre e hijo pusieron rumbo a casa para comer en familia.

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Una hora más tarde, el niño le contó a sus padres que una señora lo había cogido de la mano y entrado al colegio. Muy extrañados, el matrimonio hizo algunas averiguaciones y gracias a otros padres que presenciaron lo sucedido conocieron la verdadera historia de los hechos. Llamadas a la tutora de su hijo, al director y a otros docentes del centro sin respuesta alguna. Minutos más tarde, el director contactó con el matrimonio y les comentó que uno de los monitores le había confirmado lo ocurrido. Tras pedirles disculpas, se comprometió a que hablaría con el Ayuntamiento para informar de la gravedad de lo ocurrido para que se tomaran las medidas pertinentes con la finalidad de evitar que esta situación se pudiera repetir en un futuro.

A la mañana siguiente, los padres se personaron de nuevo en el colegio para solicitar una explicación de lo sucedido. La coordinadora de los monitores, no sabía donde meterse, y se limitó a pedir disculpas una y otra vez. Las mismas, fueron aceptadas por los padres, pero interpusieron una queja formal y por escrito en el registro dirigido a la alcaldesa de Son Servera. En el mismo, la pareja solicitaba ser informados de las acciones llevadas a cabo por las personas implicadas.

Lo más curioso del caso es que la autora del escrito dejó un correo electrónico y un teléfono móvil personal. Días más tarde, la sorpresa fue mayúscula cuando la regidora de Educación del Ayuntamiento de Son Servera envió un correo firmado por ella, pero en lugar de hacerlo de forma privada y personal, lo remitió a un grupo donde se encontraban otras madres y que se utiliza para otras actividades privadas. Ahora, gracias a esta acción, todo el municipio es consciente de lo acontecido con su hijo. En Son Servera, ya nadie duda que es un ‘niño a la fuga'.