Don Felipe y doña Letizia -"vuestra excompañera», según ha recordado el príncipe al comenzar su discurso- han presidido esta mañana en la Universidad Europea de Madrid un encuentro-homenaje a los «tesoros vivos de la televisión», más de 160 profesionales de distintos oficios que protagonizaron la puesta en marcha y la consolidación de este medio en España desde sus inicios, en 1956.
Ante estos profesionales y numerosos representantes del panorama televisivo actual, el príncipe ha animado a los más jóvenes a no olvidar de dónde vienen, a valorar a donde y cómo han llegado y a aprender de los mejores su profesionalidad y su iniciativa para abrir nuevos caminos con «rigor y maestría».
«El mejor trabajo siempre requiere, en todos los ámbitos de la vida, talento y corazón», ha continuado el heredero de la Corona, antes de expresar su gratitud y su apoyo a todos los profesionales de la televisión, porque la crisis impone «enormes retos», pero su trabajo «es imprescindible» para el progreso de la sociedad.
En este contexto, ha argumentado que, además de acortar distancias, mostrar la realidad y hacer soñar, la televisión «también puede educar», ya que «difunde comportamientos que en muchas ocasiones se convierten en referentes para los ciudadanos».
Por ello, para hacer televisión «hay que tener sentido de la responsabilidad» y, si ese sentido «se conjuga, en determinados modelos de televisión, con legítimos criterios de rentabilidad, perfecto», un reto «seguramente hoy más difícil que nunca por la situación económica».
«Pero hay otra rentabilidad que ningún modelo puede permitirse perder: la rentabilidad social, la que sirve para mejorar en comunidad y con la que todos salimos ganando», ha recalcado el príncipe.
En su intervención, don Felipe ha elogiado la iniciativa de reconocer la labor de los profesionales históricos de la televisión -"escuchar a quienes han hecho un trabajo antes que nosotros siempre es una garantía», ha reflexionado- y ha dedicado también un mensaje de apoyo y ánimo a los homenajeados que, por distintas razones, no han podido acudir a esta ceremonia.
El príncipe se sumaba así a las palabras del presidente de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, Manuel Campo Vidal, quien ha rendido tributo a figuras ya fallecidas como Pilar Miró, Valerio Lazarov o Luis Mariñas y también a quienes problemas de salud les han impedido asistir al homenaje, como Concha García Campoy.
En este punto, ha homenajeado al expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, quien, antes de llegar a ese puesto, ya demostró su compromiso con la figura del entonces príncipe don Juan Carlos para facilitar el camino a la transición democrática.
En nombre de los homenajeados, la periodista de TVE Rosa María Calaf ha animado a combatir la banalidad, la mercantilización y los sectarismos presentes hoy día en las televisiones y ha alertado contra los obstáculos que impiden a la mujer optar en condiciones de igualdad a puestos directivos en este sector.
Además de posar con todos ellos para los medios gráficos, los príncipes han conversado con muchos de estos veteranos profesionales al término del homenaje, presentado por Matías Prats y Olga Viza, quienes han rememorado algunos momentos históricos para la televisión en España, como el 23-F y los Juegos Olímpicos de Bercelona, en los que don Felipe desfiló como abanderado del equipo nacional.
El encuentro ha servido asimismo como acto de presentación para la serie documental «Tesoros Vivos de la Televisión», promovida por la Academia y la Universidad Europea de Madrid, que reconstruye la historia del medio a través de los testimonios de 400 profesionales de los más diversos oficios, entre ellos actores, periodistas, realizadores, productores, guionistas, cámaras y técnicos.
2 comentarios
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Dices bien Mariano, esta familia sale demasiado en las buenas y en las malas televisiones. Y no precisamente por ser "ejemplares".
Creo que con la que le está cayendo a la Monarquía, cualquier declaración de sus miembros debería meditarse muchísimo, y sería aconsejable que se abstuvieran de hacer cualquier manifestación pública hasta que no haya acabado el embrollo judicial. Los ciudadanos españoles merecemos un respeto, especialmente, y sobre todo, de aquellas instituciones de opereta que no tienen ninguna conexión con cualquier elemental principio democrático.