Vestido con traje gris y las gafas de sol asomando por el bolsillo de su americana, Clooney llegó entre aplausos, conquistó con poco esfuerzo a una sala de prensa repleta y se fue en loor de multitudes acompañado por un excelente grupo de actores que hicieron de meros comparsas.
Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood -faltaba sólo el protagonista de la película, Ryan Gosling- arroparon a un Clooney que se basta y se sobra para venderse a sí mismo.
Así que no faltaron las bromas, los comentarios irónicos -"me gusta dirigirme a mí mismo y decir: 'buena toma George'"- y las preguntas comprometidas de las que salir airoso: «no voy a dar consejos a Dominique Strauss-Kahn (ex director del Fondo Monetario Internacional) en nada. Cada país tiene escándalos sexuales y mi trabajo no es aconsejar a nadie».
Todo ello, en este caso, para promocionar su cuarto trabajo como director, «Los idus de marzo», una historia ambientada en una campaña presidencial estadounidense pero que en opinión de Clooney poco tiene de política y sí mucho de moralidad o de la falta de ella y con la que compite en Venecia por el León de Oro.
«No creo que sea un filme político, se podría situar en Wall Street o en cualquier otro sitio. Es más una cuestión de moralidad», explicó el actor y director, que subrayó su gusto por las películas en las que los personajes tienen cosas que decir.
«He pasado años interpretando a Danny Ocean en Las Vegas, jugando y divirtiéndome y ahora he aprendido», dijo sonriente.
Y en ese aprendizaje prefiere películas con más trasfondo y más personales. «Si quieres pasar cuatro o cinco años haciendo una película, es personal».
Aunque no tanto como para que él, personalmente, esté interesado en entrar en ese mundo político en el que se mueve «Los idus de marzo».
La política «es seductora porque hay mucha gente con mucho dinero y poder que lo usa todo el tiempo», pero ahora «hay un tipo en la Casa Blanca bueno e inteligente y es casi imposible para él gobernar. Yo tengo un buen trabajo, ¿quién querría el suyo?».
Y ante la repetición de preguntas sobre su interés en la política, Clooney ahondó en la cuestión: «Yo no tomo decisiones de vida o muerte. (...) Cada día llegas a miles de compromisos pero no tengo que tomar decisiones que afecten directamente la vida de las personas. No tengo ningún interés en ser ese tipo de persona, me gusta hacer películas».
Pero sí que se interesa por la política y asegura que no le gusta el momento actual, en el que domina tanto cinismo como en su película. «Es temporal, lo solucionaremos, soy un optimista. Ahora no hay idealismo, pero espero que vaya a cambiar, pronto».
Una situación que sin embargo sí ha sido la ideal para poner en marcha un proyecto que en un principio iba a ser rodado en 2007.
Entonces el presidente Barack Obama fue elegido y «todo el mundo estaba tan contenta y esta película es tan cínica, que nos dimos cuenta de que no era el momento», explicó Clooney.
Ahora sí lo es y Clooney ha presentado en Venecia una historia de política, de ambición, de poder y de favores. Nada nuevo en la historia del mundo, algo que ha estado pasando desde Julio César.
«Repetimos esas cosas y esa es nuestra definición de locura», afirmó Clooney, que explicó que por eso eligieron como título «Los idus de marzo» porque hay mucho de shakespeareano, de Julio César y de traiciones en el filme.
Una película con la que él y Grant Heslov (coautor del guión) han querido plantear más preguntas que respuestas e implicar al espectador en discusiones y debates tras su proyección.
«Creo que es positivo provocar discusiones pero no siempre proporcionar las respuestas», agregó.
Una película en la que brilla un estupendo plantel de actores, especialmente Ryan Goslin (encargado de prensa del candidato demócrata al que interpreta Clooney), Philip Seymour Hoffman (su jefe de campaña) y Paul Giamatti (responsable del la campaña del oponente).
Y que dejó un buen sabor de boca entre la prensa que asistió al primer pase de una competición de Venecia que promete buen cine. Mañana le toca el turno a Roman Polanski. Con un problema: es el día de Madonna.
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