Ha sobrevivido a la movida madrileña, a la prensa del corazón, a los premios Razzie y a los mordiscos a traición en pleno trasero de Rebecca De Mornay en «Nunca hables con extraños».
Dijo que no a la mismísima Madonna, que le perdonó luego al compartir protagonismo en «Evita». Y le robó las escenas a «Shrek» poniendo voz al Gato con Botas
Su marca más profunda en Hollywood sigue siendo, no obstante, la Z que arañó con una espada en «La máscara de El Zorro», la cinta que le convirtió en estrella. Pero en España sigue siendo el hombre siempre sonriente, siempre cariñoso, que nunca se pierde una Semana Santa malagueña.
Con Melanie Griffith, a la que conoció durante el rodaje de «Two Much», de Fernando Trueba, forma una de las parejas más estables de Hollywood. Y con Robert Rodríguez y Salma Hayek una entente del cine latino en Hollywood que inauguraron con «Desperado» y a la que ahora se han sumado, con Oscar incluido, Penélope Cruz y Javier Bardem.
Pedro Almodóvar, que ahora le devuelve al primer plano de la actualidad cinematográfica con su papel de cirujano plástico vengativo en «La piel que habito», fue el que le animó a utilizar el apellido de su madre como nombre artístico y títulos como «Laberinto de pasiones» o «Matador» fueron asentando su estrellato.
«Mujeres al borde de un ataque de nervios» y «Atame» cimentaron su prestigio internacional y el golpe de suerte vino con una producción anodina en Hollywood que sorprendió en la taquilla: «Los reyes del Mambo».
No sucumbir a los encantos de la reina del pop en el documental «En la cama con Madonna» acabó de ponerle en el mapa y el cine estadounidense lo enroló, aunque como secundario, en superproducciones multiestelares como «La casa de los espíritus», «Philadelphia» y «Entrevista con el vampiro».
Pero si fue una larga odisea llegar al estrellato, Antonio Banderas ha hecho un camino todavía más meritorio para mantener su estatus en Hollywood, ya que las cartas no le vinieron bien dadas con sus proyectos como protagonista: ni «Asesinos», ni «Hasta el último round» ni «The Body» funcionaron.
Y Banderas, consciente de las limitaciones de un «latin lover» en Hollywood, comenzó su arriesgado camino a la diversificación: se subió a las tablas con el musical «Nine» y optó al Tony; se pasó a la televisión para dar vida a Pancho Villa en un telefilme que le hizo finalista al Emmy y al Globo de Oro; y puso su voz a un Gato tan simpático que prepara ya su spin-off al margen de «Shrek».
Como director, además, ha tenido una nada desdeñable carrera con «Locos en Alabama», en la que regaló un papel bombón a su mujer, y «El camino de los ingleses», un drama generacional premiado en Berlín. Y como productor ha creado Green Moon, la compañía que apoyó proyectos como «El lince perdido» o «Tres días».
Ahora, a los 50, tiene ganas de recuperar su poder en la categoría que le dio a conocer y que su bandera como actor de cine abandone la media asta. Por eso, además de sus trabajos con Allen y Almodovar, se enfrenta a un nuevo reto: interpretar a Salvador Dalí bajo la dirección de Simon West.
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