—A menudo sitio nos ha traído. Es una pasada. ¿Se llama Cala Espart?
—Sí. Es un paraíso. Pertenece a la parroquia de Jesús y es muy especial para mi y para los habitantes de Jesús.
—¿Por?
—Porque es de las pocas sin chiringuito y eso en Ibiza, desgraciadamente, no se ve mucho. Esto fue posible gracias a los chavales de Jesús que defendieron ante el Ayuntamiento de Santa Eulària que no lo hubiera y así hemos conseguido una playa casi virgen. Además se llama así porque la gente del pueblo venía a recoger esparto.
—A los habitantes de Jesús se les llama hortelanos. Usted siempre ha ido de hortelana por la vida...
—Claro. Soy de un pueblo maravilloso y se puede decir que casi nací aquí. Llegué al núcleo urbano a los trece meses aunque mis padres ya vivían al lado de los Gocas. Y desde entonces no me he movido.
—Y de ahí a ser concejala y de la comisión de fiestas todo rodado...
—Sí, aunque con la comisión de fiestas sólo llevamos dos años porque durante casi tres décadas fueron otra gente, entre ellos mi padre. De hecho yo recuerdo desde pequeña ir detrás de él ayudando a montar y limpiar mesas y echarle una mano en todo lo que podíamos. Así que cuando ellos se cansaron y decidieron dedicarse a disfrutar de la vida tomamos su testigo. Se lo debíamos y además es genial. (Risas).
—¿Es cierto que jugaba en el pórtico de la iglesia de Jesús?. Menudo privilegio.
—Es verdad. Allí pasaba las horas con mis amigos jugando al bote bote. Y también en el Bon Lloc, donde nos juntábamos para ver Eurovisión.
—¿Con Doña Cati y Doña Margarita?
—(Risas). Síiiii. Ellas eran nuestras catequistas aunque casi no nos daban catequesis. Coordinaban la escuela de verano de entonces. Me acuerdo que, aunque rezábamos algún Padre Nuestro, lo que hacíamos era tocar la guitarra, patinar, escuchar la música en el tocadiscos del salón parroquial o preparar la obra de teatro y de baile que representábamos en las fiestas de Jesús de septiembre. Era genial porque era como nuestro Punt Jove.
—Y sin teléfonos móviles ni consola.
—Por supuesto. Eso demuestra que hay vida más allá de esos aparatos. Con lo divertido que era aquel ring ring en casa, cuando marcabas con el dedo los números o cuando llamabas a casa de un amigo con la incertidumbre de si estaba o no. Y eso por no hablar de las cabinas de teléfono con los amigos juntando monedas para llamar a varias casas. Era genial.
—Nos han dicho en la comisión de fiestas de Jesús destaca es el buen rollo.
—Sin duda. Es uno de los secretos para que todo funcione tan bien. El buen rollo es fundamental en cualquier ámbito de la vida. Es lo que da energía para tirar para adelante a pesar de los problemas.
—Pero dígame la verdad. ¿No es un estrés organizar unas fiestas como las que hacen ustedes con tantas actividades?
—(Risas). Un poco sí. De hecho he estado un poco Pitufo gruñón. No me pega, pero luego enseguida se me ha pasado. (Risas)
—Han traído hasta un doble de Michael Jackson. ¿Cómo lo han conseguido?
—Es verdad. Fue espectacular y más allá del nivel de la actuación hemos conseguido ahorrar un viaje a Madrid a muchos ibicencos que en invierno deciden ir a ver un musical. Todo se lo debemos a Francisca, una chica que forma de la comisión con una gran imaginación, una gran predisposición y muy buenos contactos.
—La hemos visto también en la gran paella que han hecho este año. ¿Es buena cocinera?
—Bueno eso de la paella en las fiestas de Jesús viene de lejos. Es una tradición instaurada desde hace años. Y bueno, soy cocinera cuando me tengo que lucir pero si realmente quiero quedar bien al final el que cocina es mi marido. Es genial en todo. Es mi pilar.
—Volviendo a lo del buen rollo. Me han dicho que usted es la concejala más divertida de la isla de Ibiza.
—(Risas). Sí. Gracias. Al menos lo intento.
—Y un poco gamberra...
—Pues también. Y me encanta. Soy la concejala de saraos y movidas en acción y me siento muy feliz. Soy muy afortunada por donde vivo, por mi familia y mis amigos y es más, no permito que nadie se queje ni esté triste porque aunque vengan las cosas mal dadas no tenemos derecho a quejarnos.
—¿Y cómo era usted de pequeña? ¿En el Instituto Blanca Dona ya era así?
—(Risas). Pues era un bicho y un poco desastre la verdad. Fui de esa generación que tenía facilidad para el estudio pero pocas ganas con lo que algún bocata en el Industrial, justo enfrente de la carretera ha caído en mi época de estudiante. Eso sí creo que al final he aprendido mucho porque como siempre digo en torno a una mesa y una buena comida es cuando más se aprende. Esa es la mejor escuela.
—Que se lo digan a nuestros padres y abuelos. A pesar de que no fueron a la escuela o a la universidad son listos e inteligentes. Más que las nuevas generaciones.
—Por supuesto. Yo siempre pongo de ejemplo a mi padre. No pudo estudiar porque desde pequeño tuvo que trabajar, lo que ahora sería explotación infantil, y aún así logró sacarse las castañas del fuego siendo una persona increíblemente válida de la que todos tendríamos que aprender.
—Oiga, ¿y para cuando la iglesia? Está tardando más que la obra de El Escorial.
—No se si tanto pero si que se está alargando mucho. Todo empezó con la restauración del magnífico retablo pero luego se dieron cuenta que el templo tenía muchas deficiencias y necesitaba un arreglo. Creíamos que iba a estar disponible para el día grande pero no fue así. Esperemos que esté para octubre.
—Afortunadamente les quedó una misa estupenda al aire libre en el pórtico.
—La verdad que sí. Incluso me han dicho que podía ser un hábito así que tengo algo más de 300 días para convencer al párroco. (Risas)
—En el día grande siempre baila. ¿Sigue siendo de la colla de l'Horta?
—Ahora no. Entré con seis años aunque luego cuando me entró la tontería, a los 15 o 16 años, colgué el traje. Afortunadamente me volvieron a aceptar unos treinta años después y estoy muy agradecida.
—Baila con el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí. ¿Es una nueva forma de política?
—No creo, simplemente nos sale de dentro. Somos ibicencos. (Risas)
—Y ya la última. Dice que son un pueblo con alma, reivindicativo y que lucha contra las injusticias. ¿La mayor es la carretera?
—Posiblemente sí. No es un problema del Ayuntamiento de Santa Eulària pero necesita ya una solución definitiva. Es cierto que la carretera necesitaba un arreglo pero se ha hecho fatal y con muchas prisas ante la presión vecinal y ya está otra vez hundida en algunos tramos. Además han de terminar el proyecto de la circunvalación de Ca Na Negreta para que el tráfico pesado y los camiones no pasen por el centro del pueblo. Ojala consiguiéramos que sea como Santa Gertrudis o será el de Sant Carles.
PEQUEÑA BIOGRAFÍA
Marilina Bonet nació en Santa Eulària el 1 de abril del año 1971. A los 13 meses llegó a la población de Jesús y desde entonces no se ha movido de allí. Está casada.
Estudio en el colegio Puig d'en Valls y después en el Instituto Sa Blanca Dona
Desde el año 1990 trabajó en el departamento de recursos humanos de una conocida cadena de supermercados hasta que decidió cogerse una excedencia y dedicarse a la política.
Desde el año 2011 es concejala delegada de Jesús, ocupándose también del departamento de Recursos humanos y apoyo a parroquias en el Ayuntamiento de Santa Eulària.
A FONDO
. UN LIBRO. Cualquiera de Danielle Steel
. UNA PELÍCULA. Un sueño posible
. UNA SERIE. Servir y proteger
. UN GRUPO O UN CANTANTE. Resonadors
. UN COLOR. Azul
. UN PLATO DE COCINA. Salmorra
. UN DEPORTE. Caminar
. UN VIAJE QUE NUNCA OLVIDARÁ. Crucero por el Caribe con mi familia y amigos
. UN LUGAR DE LA ISLA DONDE SE PERDERÍA. Cala Espart
. UNA MANÍA. No me gustan los toques con los bolis
. UN DEFECTO. Soy simpática
. UNA VIRTUD. Impuntual y a veces hablo demasiado
. UN SUEÑO POR CUMPLIR. Escribir un libro
. ALGUIEN A QUIEN ADMIRE. A mi hijo
. TE HUBIERA ENCANTADO SER... Periodista
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