Hacía más de quince años que la lluvia no sorprendía a Sant Llorenç en su día grande y ayer decidió volver a hacerlo. Un día del patrón del pueblo marcado por la anecdótica lluvia en un 10 de agosto en Eivissa, que si bien necesaria para la tierra, deslució los actos festivos. A las doce comenzaba la misa solemne oficiada por el obispo de la isla, Vicente Juan Segura, a la que asistieron multitud de fieles que llenaron el templo, muy adornado para la ocasión. Incluso hubo quienes decidieron ver la ceremonia desde fuera de la Iglesia ya que allí no cabía ni un alfiler. Otros, decidieron esperar en el porche.

Durante la misa Segura recordó a los creyentes la vida del mártir y habló de las virtudes del municipio y sus vecinos al considerar que «en Sant Llorenç hay muchas cosas buenas y las cosas buenas son las personas».

Al finalizar la celebración, la fuerte lluvia impidió la tradicional procesión y que el ball pagès se llevara a cabo, como es habitual, en la plaza de la Iglesia, por lo que sa Colla de Labritja bailó en el porche de la Iglesia. Tampoco hubo ocasión para el desfile de carros y es que el agua que caía a esa hora no lo permitió.

Con lo que al finalizar el ball pagès, e incluso durante su celebración pues no todos los ojos pudieron disfrutarlo dadas las condiciones de visibilidad del porche, comenzaron a desfilar las orelletes y los bunyols entre los paraguas y el agua.
No faltó la representación institucional ni las palabras del alcalde de Sant Joan, Antoni Marí, Carraca, para felicitar a los vecinos del pueblo y también para recordar que «Sant Llorenç es un pueblo encantador al que viene a casarse gente de todo el mundo».

Entre los asistentes, multitud de habitantes de la localidad que se declararon «encantados» de sus fiestas y no se quisieron perder «ni la misa, ni el ball pagès ni la asistencia de las personas importantes. Para nosotros son días muy grandes, pues son nuestras fiestas de Sant Llorenç», afirmó orgullosa Esperanza Marí.

APUNTE

Dos jóvenes ‘ballaores' que no pegaron ojo

En el día de Sant Llorenç y en sa Colla de Labritja ayer se estrenaron como ‘ballaores' dos jóvenes primos: Jordi, de 5 años, y Rafael, de 7. Tanta ilusión y nerviosismo no fueron acumulando, conscientes de la trascendencia de estrenarse en el día grande de Sant Llorenç y ante tantos asistentes que la responsabilidad no les dejó pegar ojo en toda la noche. Estuvieron preguntando a cada ratito a sus padres si ya era el momento de ir a bailar a la Iglesia. La casualidad quiso que se estrenaran en el porche.