—¿De qué habla la obra?
—Si la cosa funciona habla de lo que habla casi siempre Woody Allen: de las relaciones entre nosotros, de las críticas ácidas sobre el poder o sobre la religión. Pero sobre todo, Allen impregna a los personajes de mucha vida y mucha verdad. De cosas en las que casi todos nos podemos reconocer. Lo que pasa es que él siempre va más allá y disparata las situaciones, pero en un tono muy amable.
—¿Qué opinión le merece Boris, el personaje al que interpreta?
—A mí Boris me cae muy bien. Siempre lo dije. Cuando vi la película, que inicialmente no era más, siempre pensé que había una buena obra de teatro en ella, y se hizo en Francia y ahora la estamos haciendo aquí. Son versiones distintas pero sobre la misma película. Y es por el hecho de que el personaje se dirige al público y eso en el cine quizás queda algo más frío, pero el teatro es el lugar ideal para esas situaciones. Es fantástico poder dirigirte a las personas de las primeras filas para decirles: «miren yo no soy un tipo agradable, soy desagradable y no me importa nada decirlo. Así que si buscan pasarlo bien, vayan a que les den un masaje». Esto parece que produce un cierto rechazo, pero no es así, supone todo lo contrario. Genera interés. Yo firmaba al 95% todo lo que dice Boris. No haría lo que él hace, pero lo que dice tiene un sentido común y se ve que hay una reflexión sobre todo lo que habla bastante profunda que yo comparto. Estoy muy cómodo con él.
—¿A qué le tiene miedo Boris?
—A la vida. Él no quiere saber nada de los demás, siente que no le comprenden y casi ya ni le importa. Llega a una reflexión sobre la vida en la que le angustia tener fecha de caducidad, o la manipulación a las que nos someten en nuestras vidas y sobre la que no nos rebelamos. Piensa que sólo sabe estar consigo mismo. Es una persona que se angustia de vivir.
—¿Cuál es el mensaje que extrae de esta adaptación?
—Es una obra muy optimista, porque pese a que parece imposible que lo sea, todos los personajes, en principio contradictorios y contrapuestos, van evolucionando para bien. Woody Allen nos dice que si la cosa funciona, sea lo que sea que estás haciendo, no dejes de hacerlo. Aprovecha eso que estás disfrutando, no lo cambies por otra posible opción.
—¿Piensa que existe alguna conexión entre Boris y los personajes que le han hecho conocido?
—Realmente no se parecen mucho ni en la manera de ver la vida ni en la de enfocarla. Si hubiera un punto de conexión sería la honestidad con ellos mismos. Son personajes bastante honestos a la hora de enfocar la vida, aunque cada uno con sus fines. En lo demás son opuestos: Boris decide estar sólo y a Enrique Pastor le costaría muchísimo esto.
—¿Conoce la isla?
—Fui cuando era muy joven en una gira por Balears. En Eivissa celebré mi 14 cumpleaños y me da mucha nostalgia pero mucha alegría recordarlo. A esa edad hacer teatro es una diversión. También alguna vez he visitado la isla como turista. Pero en las últimas giras de teatro no hemos estado allí y tengo muchas ganas de ir a Eivissa y de ver la respuesta del público a la función. Tengo mucha curiosidad por ver cómo reacciona el público porque cuando estás de gira siempre estás estrenando, el público siempre es distinto y te lo tienes que ganar cada día, esa es la magia del teatro.
—¿Que destacaría de Eivissa?
—A mí me parece que es una isla maravillosa y aunque suele transcender la imagen más lúdica de la gente joven, también puedes estar allí tranquilamente disfrutando de un lugar maravilloso. Yo soy de los que va a descansar y no hace prácticamente nada más que disfrutar del entorno.
1 comentario
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larga y un poco tediosa, no se...esperaba algo mas