El frío de un diciembre templado no fue impedimento para que cientos de personas se acercaran al pueblo y probaran los caldos que se servían en vasitos de plástico desde unas jarras de vidrio numeradas cada una con su respectivo número, el cual indicaba su procedencia, es decir, la casa a la que pertenecía. Un vino que, para que no sentara mal al catador, podía ser acompañado de un buen trozo de sobrasada y pan payés, elaborada la primera tan solo hacía dos semanas en el mismo pueblo. Dos cerdos se sacrificaron esta vez para elaborar dichas sobrasadas, casi 200 kg de es- te preciado manjar que ayer devoraron unas bocas hambrientas. También la Asociación de Padres de Alumnos (APA) y Sa Colla de Sant Mateu tuvieron sus puestos de comida en las que los asistentes a la fiesta pudieron comprar coca con pimientos y otros productos.
Cabe recordar que en los inicios de la celebración el vino se bebía en porrón, algo que con el tiempo cambió y ahora se sirve en vasitos de plástico para que el reparto sea más equitativo entre todos los asistentes. Por otro lado, el vino que se escancia este día es íntegramente elaborado en las casas de Sant Mateu, y cada casa participa con unos 16 litros. Pero como recordó el presidente de la Asociación de Vecinos, aunque todavía hay un elevado número de casas que participan cada año son menos los productores que lo hacen, y el motivo no es otro que «cada vez resulta más difícil llevar a cabo el trabajo de cuidar una viña, y algunos la abandonan», como aseguró Pep Racó, presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Mateu.
En cuanto a la fiesta, por suerte el tiempo acompañó y la lluvia no hizo su aparición, por lo que la fiesta pudo desarrollarse sin mayores contratiempos. De hecho, ha habido años en los que sí había llovido y ésta se tuvo que suspender o posponer hasta que dejara de llover.
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