El concierto del cantante hispanofrancés duró unas dos horas. Foto: DANI ESPINOSA

Manu Chao dio un recital –no un simple concierto– con el que 4.000 espectadores pudieron moverse, bailar y saltar en Las Dalias al ritmo que impuso este músico de raíces hispanofrancesas.

Con la primera actuación de Chao en Eivissa se daba inicio a los festejos por el 30 aniversario del mítico mercadillo hippy de Sant Carles. Antes de empezar, el público ya estaba entregado al icono de la patchanka, ese sonido que nació entre Francia y España y que hundió sus raíces en la Barcelona pirata de los 80 y 90, con formaciones como Mano Negra o Radio Bemba y siempre bajo su batuta.

La banda de Manu Chao (La Ventura) saltó al escenario –«¡Buenas noches Ibiza, ¿qué pasó por la calle?»– y al ritmo de ‘Ya llegó' com oppening del show. A partir de ese momento, su rock, su reggae, su punk y ska no permitieron descanso alguno. Los pies no dejaron de moverse al compás de sus samples y el coro –esas 4.000 voces de incondicionales– se dejó la garganta.

Armado con sus habituales dosis de optimismo y alegría, pero a la vez con nostalgia, melancolía y crítica social, el líder de la extinta Mano Negra gritó, cantó y enardeció a los privilegiados que pudieron conseguir una entrada en los días previos. Con sus canciones de siempre, venció y convenció al público de esta isla, antaño corsaria y que tanto ha tenido que defenderse de los ataques piratas. En este caso, sin garfio en la mano ni loro en el hombro, Manu Chao hizo caer la luna. Sí, cayó la luna y el sol.