La noche del 26 de febrero de 2008, Cassella acabó a golpes con la vida de Tino Briner, de 59 años y nacionalidad suiza. Lo que empezó siendo una noche de alcohol, drogas y sexo acabó en un homicidio. Siete años después el nombre del ciudadano alemán Daniel Alfred Cassella vuelve a ser noticia. Esta vez por un conflicto laboral.
En 2010, Cassella fue juzgado en Palma por un jurado popular que lo declaró culpable de homicidio.
Tras su ingreso en prisión, el condenado empezó a trabajar en el economato, lo que lleva aparejado una especie de contrato laboral por el cual el preso es dado de alta en la Seguridad Social por el Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario. Unos meses después, a Cassella le intervinieron marihuana. Alegó que era para «hacerse dos porros». Pero este hecho esta recogido como una falta grave que llevó a su sanción disciplinaria y posterior despido del economato.
Cassella llevó su causa ante un juzgado de lo Social que le dio la razón. Argumentaba que el denunciante, condenado por homicidio, había sufrido indefensión durante el procedimiento por una serie de irregularidades en la tramitación del despido.
Ahora, un auto del Tribunal Superior no lo ve igual y mantiene que no se ha vulnerado ningún derecho fundamental del preso y da por bueno el despido.
Este proceso por despido complica la situación penitenciaria de Cassella.
Para acceder a beneficios como permisos o un tercer grado, la junta de vigilancia de la cárcel tiene en cuenta comportamientos beneficiosos como trabajar en el centro penitenciario. Ahora, sin este trabajo y con una falta grave en su haber el homicida de Santa Eulària tendrá más difícil obtener estas ventajas.
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