Los ladrones habían preparado el golpe con una gran minuciosidad y si no llega a ser porque un marinero que realizaba una ronda de rutina por la bodega del buque y les sorprendió con el soplete en el techo del furgón, podrían haber obtenido su botín.
Ocurrió poco después de zarpar de Formentera rumbo a Eivissa, sobre la una de la tarde, tres hombres bajaron a la bodega y intentaron abrir un agujero en el blindado.
La voz de alarma
El marinero dio la voz de alarma y los tres ladrones, que al parecer hablaban en español, dejaron las herramientas en el lugar y emprendieron una huida que les llevó hasta la cubierta del barco. Una vez allí se lanzaron al mar y les recogió una lancha semirrígida que seguía la estela del Posidonia y en la que iba un único hombre.
Para reducir riesgos a la hora de tirarse al mar, habían instalado un toldo a mitad del casco.
Mientras los responsables del barco de Baleària avisaban a las autoridades, los ladrones, a toda velocidad, pusieron rumbo a la zona de la Sal Rossa, al final de Platja d'en Bossa, donde esperaba el quinto ladrón con un vehículo preparado para la huida.
Allí había algunas personas que presenciaron el desembarco de los cuatro hombres, alguno de los cuales podría ser de nacionalidad británica o alemana, y escucharon gritar a uno de ellos: «¡Actívalo!», lo que hizo pensar que la lancha podría tener incorporado algún tipo mecanismo de autodestrucción que no funcionó destinado a que no quedaran pruebas.
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