Un residente marroquí de Platja d'en Bossa que en 2010 estaba en situación de estancia irregular se enfrenta a la expulsión del territorio nacional durante cinco años por supuestamente intentar desvalijar la casa de una vecina. Los movimientos del ladrón fueron seguidos a través de la mirilla por otro habitante, persona que dio aviso a la policía.

La afectada no halló la puerta forzada pero sí un paraguas de origen desconocido en un pomo. Días después amplió la denuncia al entender que sí había sido robada ya que notó la desaparición de joyas, 200 euros y un décimo de lotería de Navidad. Se da la coincidencia de que cuatro meses antes la misma persona también había sido víctima de otro asalto en esta misma propiedad.

El acusado, un hombre cuyo domicilio estaba frente a la vivienda que fue objeto de robo, en la calle Manuel de Falla, negó ayer ante la juez Martina Rodríguez, titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, haber intentado entrar en la casa de la denunciante. Pero sí reconoció haber visitado el inmueble para, según sus palabras, vender unas bicicletas a un conocido.

Cerradura

Éste fue apresado por motoristas de la Policía Local de Evissa minutos después de que el vecino que vio trastear la cerradura de la víctima a un individuo cubierto con una capucha y una gorra llamara para informar de lo que estaba sucediendo. «Oí que rascaban la puerta. El perro ladró. Lo intentaba, con la ayuda de una tarjeta, durante unos minutos y luego se iba. Desde mi ventana pude ver cómo se metía en el edificio de enfrente y luego se asomaba de un balcón para vigilar», explicó el vecino que fue testigo de este suceso, ocurrido el 11 de diciembre de 2010. Dicha persona reconoció ayer, sin dudarlo, al hombre que se sentó en banquillo como autor del delito que se le imputaba.

El fiscal, tras este testimonio, mantuvo la pena pedida de 22 meses de prisión, sustituible por la expulsión. La defensa, sin embargo, argumentó que el acusado está casado con una española y pendiente de regularizar su situación de estancia.