Todo por amor. Los dos rumanos que el pasado 11 de agosto provocaron una grave altercado en la quinta planta del edificio de los juzgados de Isidoro Macabich sólo quisieron darse la mano y abrazarse cuando él, esposado y escoltado por la Guardia Civil, iba a prisión y su novia lo vio. Ambos negaron ayer en su juicio, en el que se enfrentan a una condena de un año de prisión por un presunto delito de atentado, haber ejercido en algún momento la violencia.
El guardia civil que lo custodiaba, sin embargo, explicó que el reo, reclamado por hurto por un juzgado de Valencia después de que no pagara la multa a la que fue condenado, recibió repentinamente un cabezazo en el pecho al tiempo que el acusado le lanzaba una patada y se así fuertemente a la barandilla del hueco de la escalera.
Otro agente del Instituto Armado, a su vez, relató que al escuchar gritos y salir al pasillo donde estaba ntodos se encontró con la mujer subida y abrazada la espalda de su compañero mientras ésta le golpeaba y le arañaba la cara. Había muy poco espacio y el peligro de caer al vacío por el hueco de la escalera. «Mi compañero se fue hacia la zona de ascensores custodiando al detenido y yo le saqué a la mujer de encima», precisó la agente en la vista oral que ayer se celebró en el Juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa.
Los gritos fueron escuchados en el edificio y ocasionaron gran alarma entre los funcionarios. Incluso, motivaron que otros agentes y el personal de seguridad fueran a la quinta planta para reducir a ambas personas. La acusada explicó ayer que sólo dio un 'ligero toque' en el brazo del guardia civil que acompañaba a su novio cuando vio que lo empujaba para entrar en el ascensor y su pareja se quejó de un dolor en la mano. Tras producirse un 'atasco' en el pasillo, las tensión disparó y ella, a gritos, pidió que no le hicieran daño porque el sospechoso sufría una dolencia cardiaca.
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