Una imagen como ésta, tomada en una movilización, se repitió ayer en los juzgados.

El miércoles fue una tubería de agua que se rompió en un aseo de la cuarta planta, mojando expedientes y motivando un parón en un juicio al entrar el agua en la sala de vistas, y ayer la culpa la tuvo «una inmensa polvareda» -en palabras de un funcionario- que obligó a desalojar los juzgados durante veinte minutos. Para visitar el Palacio de Justicia de Eivissa siempre hay que estar preparado para cualquier imprevisto, rara es la semana que no ocurre algo en unas infraestructuras que todo el mundo coincide en apuntar como «agotadas».

Las obras de acondicionamiento que se llevan a cabo en el sótano, en la antigua clínica forense y donde ahora se van a instalar los archivos, están detrás del incidente que causó la alarma durante la mañana de ayer. «No es para tomárselo a broma, siempre pasan cosas y una ya no sabe con qué puede encontrarse», señalaba al respecto de lo sucedido una de las trabajadoras afectadas. Un operario llevaba a cabo la preparación del suelo del futuro archivo con la ayuda de una radial sin percatarse de que las partículas que iban levantándose iban formando «espesas nubes» que invadieron sorpresivamente a zonas comunes, despachos y salas de vistas.

En ese momento, sobre las nueve y media de la mañana, había cinco personas en los calabozos del sótano y estaban a punto de empezar los juicios en uno de los juzgados de lo Penal, así como los actos judiciales previstos en otras dependencias. Una mujer de avanzada edad, que asistía como testigo de un caso de penal y que al parecer ya sufría una dolencia respiratoria, tuvo que ser auxiliada y acompañada a salir del edificio -que carece de salida de emergencia- por los funcionarios después de que la mayor parte de ellos se vieran atacados por «una fuerte irritación en los ojos, sequedad de garganta y sensación de falta de aire». Los funcionarios fueron espontáneamente abandonando sus puestos de trabajo y concentrándose en la puerta del edificio mientras el resto de sus compañeros tomaban medidas para airear las dependencias y aclarar el origen del suceso.

A la vez, y al parecer a través del mismo decanato, se contactó con la gerencia de Infraestructuras para informar de la anomalía. Tras aclararse que todo se debía a las obras que se acometían en el sótano, se instó a la paralización inmediato con estos trabajos. Se da la circunstancia de que un cargo de este departamento tenía previsto entre ayer y hoy una visita a Eivissa.

«Creíamos que se había producido algún problema con el aire acondicionado o en sus conductos. Nos sobresaltamos mucho porque no sabíamos bien qué estábamos respirando», comentó una funcionaria. «El problema es que ya tenemos, como se dice, la mosca detrás de la oreja y también nos preocupa que haya alguna deficiencia algún día con el gas», añadió otra.

Los aparatos, sin embargo, no fueron los responsables ni sus conductos los transmisores, más aún cuando los operarios trabajaban con éstos apagados, los cuales, además, funcionan con un sistema seguro. El mismo aire interior que había en el edificio fue ayudando a que se formaran las acumulaciones y que las «nubes» subieran hasta las dependencias superiores.«Era como una cortina impenetrable», destacó uno de los trabajadores.

La propia seguridad de los juzgados, así como los trabajadores que desempeñan esta tarea, se han visto en múltiples ocasiones por las carencias de Justicia. El último episodio les ha obligado a instalar junto a su puesto, en la entrada y a pocos metros del arco de seguridad, la taquilla de la que han dispuesto para colocar sus objetos personales, así como la caja fuerte donde se deben depositar elementos de «máximo riesgo». Todo ello, después de que a consecuencia de las obras en el sótanos no se haya contado con un lugar para que los vigilantes de seguridad uniformados puedan contar con este mobiliario y dependencias para su uso. En una de las taquillas, visible a la entrada, figura el letrero de «archivo», así como un folio que recuerda especialmente el apartado a) del Real decreto 486/197: «Vestuario, cuando los trabajadores lleven ropa especial de trabajo, entendiendo como tal aquel que se utiliza exclusivamente para dicha actividad /monos, batas, traje térmico, impermeables...) . Han de estar provistos de asientos, armarios o taquillas individuales con capacidad suficiente para guardar ropa».