La Justicia italiana sólo reclama ahora a Giovanni Greco, quien
fuera uno de los jefes mafiosos más importantes de Sicilia en la
década de los 70, para que responda de los 27 años de prisión que
pesan sobre él por intento de homicidio y asociación mafiosa.
El problema que tiene Italia no sólo es que España, último país
de residencia conocida del «capo di capi», conceda su extradición
sino también que se aclare dónde se encuentra. El paradero oficial
del hombre que se enfrentó a las bandas de Salvatore Riina, Caetano
Badalanetti o Tomasso Buscetta sigue siendo una incógnita desde que
se fugó hace dos años de Mallorca, días antes de que el Gobierno
concediera su extradición.
Giovanni Greco, quien en la isla de Eivissa se afincó con su
familia bajo el nombre de Domingo con oficio de pescador en un
barco de Sant Antoni, es localizado por el diario El País en
secreto en su casa de Manacor, lugar donde echó raíces antes de que
se viniera a las Pitiüses a preparar su regreso a Italia para
volver al frente de su «ejército», según señalaron en su día
fuentes policiales. Este mismo rotativo asegura, tras contactar con
el abogado del «capo», que en breve él mismo se presentará en la
Audiencia Nacional, decisión que ha adoptado después de que haya
sido absuelto en los distintos procesos en los que su nombre se
había visto involucrado.
Giovanni Greco no volvió a Eivissa después de que agentes de la
Comisaría ibicenca le detuvieran en Santa Gertrudis, lugar que
había escogido para vivir mientras practicaba de incógnito y como
un profesional su gran afición de pescar emperadores.
Tras ser puesto a disposición de la Audiencia Nacional, y
conseguir su libertad bajo una fianza de un millón de pesetas,
emprendió el regreso a la isla de Mallorca, donde tenía negocios
inmobiliarios. Allí tenía que limitarse a acudir al juzgado a
firmar mientras esperaba que el Tribunal Constitucional estimara la
pertinencia de su entrega. Al conocer que ya no le quedaba ninguna
carta por jugar y declarándose inocente de todo, decidió embarcarse
con rumbo desconocido. Desde entonces su familia, su mujer y sus
tres hijos, han continuado viviendo en Cala Llombarts. La policía
no ha tenido nunca conocimiento oficial de su regreso a Balears, ni
siquiera durante una esporádica visita a alguna de las islas.
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