Catorce profesores, dos alumnas y un policía murieron ayer, y otras
cuatro personas resultaron heridas, en la matanza perpetrada por un
adolescente en un instituto de la localidad alemana de Erfurt, en
el este del país. El joven de 19 años de edad, que había sido
expulsado del centro recientemente, atacó sistemáticamente a los
profesores, en los pasillos e incluso en los baños, antes de
suicidarse al verse rodeado por la Policía. Según fuentes
policiales, el joven entró en el Instituto 'Johann Gutemberg'
armado con una pistola y una escopeta recortada y, hacia las once
de la mañana, irrumpió en una de las aulas donde se pasaba el
examen de la selectividad "que él había suspendido en dos
ocasiones" y abrió fuego contra el profesor, antes de seguir a
tiros por el pasillo. La mayoría de los alumnos se atrincheraron en
las aulas al escuchar los disparos.
En los primeros momentos de confusión se habló de la posibilidad
de que hubiera participado en la masacre un segundo atacante,
aunque finalmente, tras el suicidio del primero en una de las aulas
de los pisos superiores del edificio en la que se había
atrincherado, la policía no encontró a nadie más durante el
registro. Toda la operación, desde la llegada de los agentes hasta
la localización del atacante, ya muerto, duró unas dos horas. Por
el momento existen pocos datos sobre la identidad del joven, quien
al parecer fue expulsado del instituto hace unos meses. Cuando los
primeros policías llegaron al edificio, abrió fuego contra ellos
sin mediar aviso, hiriendo mortalmente a un agente. Inmediatamente
fueron llamados los cuerpos especiales, que acordonaron el edificio
y entraron en su interior.
El jefe de Policía de Erfurt, Manfred Grube, explicó que, cuando
los comandos especiales entraron en la escuela, encontraron dos
cadáveres en la misma puerta, y después numerosos cuerpos más en
los pasillos, las clases e incluso en los lavabos. «Era una escena
horrorosa», explicó Grube. «Al principio no sabíamos lo que estaba
pasando, pero al escuchar los disparos salimos corriendo»,
explicaba uno de los alumnos a la televisión alemana.
Rápidamente, los agentes especiales procedieron a la evacuación
del centro y a su registro aula por aula, mientras se vivían
escenas de pánico entre profesores y alumnos. Algunos de ellos
enviaban mensajes al exterior con sus teléfonos móviles, y los
padres de los alumnos empezaron a llegar a la zona buscando a sus
hijos. Durante la operación, podía verse desde el exterior un
cartel en una de las ventanas, con la palabra 'Hilfe' («socorro»).
Los evacuados fueron reunidos en un campo deportivo adyacente,
donde la Policía procedió a recoger todos sus datos para determinar
así quiénes se habían quedado encerrados en el interior.
En efecto, la mayor parte de las 750 personas que se encontraban
en el instituto consiguieron escapar en los primeros minutos del
tiroteo, pero unas 180 se quedaron atrapadas. En el campo de
deportes se encontraban también numerosos psicólogos para atender a
las personas más afectadas. La noticia de la matanza fue recogida
con consternación por el Gobierno. Un portavoz oficial, citado por
los medios locales, indicó que el canciller, Gerhard Schroeder, y
todos sus ministros «han conocido los hechos de Erfurt con horror y
desconcierto». «Toda Alemania envía sus condolencias a las familias
de las víctimas "afirmó más tarde Schroeder en declaraciones a los
medios de comunicación ", todos vamos a necesitar algo de tiempo
para reflexionar sobre lo que ha ocurrido hoy en el instituto».
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