La intervención de los casi 300 objetos recuperados por el equipo
de Policía Judicial fue posible después de un exhaustivo
seguimiento y análisis de las denuncias que ha ido recibiendo por
robo la Guardia Civil desde que acabó el verano. Varias pistas se
han seguido desde entonces para concretar la detención de Soraya
B.M., de 28 años, y de su compañero Gerardo P.L., de 30, las dos
personas que tenían en su domicilio las joyas y efectos
intervenidos por la Benemérita procedentes de una veintena de
robos, en su mayor parte casas habitadas.
Los ladrones aprovecharon momentos en que quedaban libres, bien
pocos días o simplemente horas, para entrar y desvalijarlas. Los
primeros cálculos apuntan a que las piezas decomisadas alcanzan
varios miles de euros, aparte del componente sentimental que tiene
muchas de las alhajas que fueron sustraídas. El trabajo que
realizaba la Benemérita para relacionar una sucesión de robos en
toda la isla logró conectar los asaltos, principalmente los
ocurridos dentro de los términos municipales de Santa Eulària y
Santa Antoni, con la presencia de un coche blanco y una mujer
pelirroja como elementos que fundamentaban una de las líneas de
investigación emprendidas. Las pesquisas efectuadas a tal fin
sirvieron para reunir más datos significativos en las últimas
semanas.
Todos ellos permitieron añadir nuevos indicios a las sospechas
que ya se habían suscitados sobre la pareja detenida después que
gracias a este mismo seguimiento se pudiera identificar a ambos,
así como el inmueble en el que convivían.Una vez atados los cabos
en esta semana, los agentes de la Policía Judicial pidieron los
permisos judiciales necesarios para confirmar los indicios
recogidos con una autorización de registro que se ha saldado con un
total de 279 artículos aprehendidos, incluidas joyas de todo tipo y
artículos electrónicos. Una buena parte de dicho botín se cree
obtenido de robos presuntamente cometidos directamente por Gerardo
P.L. y Soraya B.M.
Un gran número de objetos fueron identificados durante el día de
ayer por sus propietarios en la casa Cuartel de Can Sifre, aunque
aún quedaban efectos de los que se desconoce su procedencia exacta.
Del número ya recogido y del que queda se deduce que el número de
robos es próximo a la veintena.
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