Una sentencia condenatoria de la Audiencia Provincial en un caso de estafa en Eivissa recoge que el acusado, por su afán de juego, se veía obligado a obtener dinero para paliar su adición. Su ludopatía terminó motivando que su voluntad se viera alterada, aunque no plenamente.

El caso fue juzgado recientemente por la Audiencia Provincial en su última visita a la isla. El acusado, un vigilante jurado de 39 años, fue condenado en sentencia de conformidad a un año y nueve meses de prisión y al pago de una multa de 27.000 pesetas por apoderarse de valores mercantiles que en algunos casos logró cobrar, en algunas de las empresas en las que prestó servicio. Las empresas perjudicadas por estas actuaciones fueron indemnizadas antes de que tuviera lugar el juicio el pasado mes de enero.

«El acusado realizó estos hechos con la finalidad de obtener dinero para satisfacer su necesidad compulsiva de apostar en juegos de azar, circunstancia que mermaba su voluntad sin llegar a anularla», dice textualmente la sentencia en el apartado de antecedentes del hecho.

El propio acusado terminó reconociendo ante el tribunal de la Sección Primera de la Audiencia que en esa ocasión se desplazó a Eivissa que en mayo de 1999 sustrajo de «Aguas de Formentera» un cheque al portador por 89.105 pesetas, así como otro por la misma cantidad y un tercero por valor de 98.105 pesetas. Todos los talones fueron cobrados en Eivissa. Un mes después se llevó de «Pidesa» otro cheque que le reportó unas «ganancias» de 97.305 pesetas.

En noviembre volvió a hacer lo mismo en los locales de «Aguas de Formentera» en la calle Bartolomé Roselló. Se apoderó de dos cheques, también al portador, que luego intentó hacer efectivos en una sucursal de la CAM en Sant Carles por una cantidad que no ha trascendido. Esta operación no consiguió realizarla por lo que finalmente optó por deshacerse de ambos talones destruyóndolos. Todas las cantidades que percibió fueron recogidas tras firmar los cheques y ser él mismo el que aparentaba ser el tenedor legítimo.