Los cementerios y sus proximidades están entre los lugares más utilizados para este tipo de rituales.

P. TUR La profanación de dos tumbas en un cementerio de Eivissa a principios del presente mes parece apuntar, por los indicios hallados en el lugar, hacia la celebración de un ritual de magia negra. A pocos metros de recinto se localizó un círculo realizado con ceniza con dos calaveras en el interior de su perímetro, una semienterrada y otra oculta bajo la tierra. Según algunas opiniones recabadas por este periódico, el objetivo del ritual -si realmente lo hubo- iba destinado a inflingir un maleficio hacia alguna persona en concreto.

La opinión de esta misma fuente señala que la incorporación de calaveras a este tipo de ceremonias implica un «ritual de sangre», es decir, un hechizo para provocar enfermedades e incluso la muerte del objeto del mismo. «Las calaveras representan la sangre, pues tienen también la información de las personas», apunta. El hecho de que estuvieran enterradas también tiene su explicación. «Mientras las calaveras permanezcan enterradas el sortilegio tendrá efecto. Al salir a la superficie el maleficio se rompe».

La existencia del círculo está relacionada con la «acumulación de energía», según la misma fuente. Cuanto más grande es el círculo, mayor poder poseerá el maleficio, ya que «el círculo concentra la energía en su interior». De todos modos, esta misma fuente asegura que para que el sortilegio tuviera efecto, debería haber dos circunferencias concéntricas dibujadas en el suelo: «El de ceniza tiene como objeto protegerse, mientras que el círculo más grande es el que da más poder al hechizo», indica.