Se estaba celebrando el quinto juicio de la jornada en la Audiencia
Provincial. Eran aproximadamente la una menos diez de la tarde.El
presidente del tribunal advierte de súbito que «la sesión se
suspende durante quince minutos» y la sala se desaloja. Los
juzgados acababan de recibir una amenaza de bomba.
Lentamente, el edificio fue desalojado, mientras el grupo de
artificieros de la Guardia Civil y un nutrido grupo de agentes del
Cuerpor Nacional de Policía, comienza, con la ayuda de un perro, a
registrar todo el inmueble en busca de un artefacto mientras se
intenta averiguar quién había realizado la llamada.
En las aceras situadas frente a los Juzgados se reunieron
entonces abogados, jueces, secretarias, acusados y testigos. En
total, algo más de medio centenar de personas. El tiempo de espera
se prolongó hasta los veinte minutos, tiempo que necesitaron las
Fuerzas de Seguridad para llevar a cabo un registro minucioso por
todas las dependencias judiciales.
Una vez comprobado por completo el inmueble, la policía autorizó
de nuevo el acceso al mismo. Aún más lentamente que durante el
desalojo, los funcionarios y el resto de la gente que se encontraba
en el edificio volvieron a acceder a él. En el caso de la
Audiencia, el tribunal reanudó la vista que se estaba celebrando
cuarenta minutos después de que fuera interrumpida.
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