Unas azadas, unas palas, planteles de sabina y mucha concienciación. Es con lo que trabajaron ayer los alumnos del CEIP Urgell para inaugurar el tercer año de la iniciativa Ibiza Reforesta que organiza la asociación Ibiza Conciencia. Un proyecto que busca promover una actitud responsable hacia el entorno, concienciar de los peligros de los grandes incendios y dar a conocer la flora autóctona de la isla.
Los 55 estudiantes de 5º de primaria que participaron ayer en el proyecto venían ya aleccionados. Personal de Amics de la Terra les impartió en clase una charla sobre el peligro de los incendios y cómo se regenera la naturaleza tras estos eventos. Para verlo in situ se desplazaron a la ladera de un monte junto a cala Benirràs.
Un incendio en el año 2010 arrasó 350 hectáreas en esta zona. Tuvieron que intervenir 410 personas para su extinción, que fue 10 días después del inicio.
El agente forestal, Andrés Galera, señala que el 95% de los incendios son por culpa de acciones o negligencias humanas. En este caso fue por el uso de fuego para cocinar en una cueva. El humo y el aire caliente prepararon la hojarasca que había encima para que una simple chispa hiciera arder cientos de hectáreas de bosque.
Galera les explicó a los chicos que muchas plantas y árboles tienen estrategias frente al fuego. «Cuando estábamos extinguiendo aquí el fuego nos caían lluvias de semillas de las piñas, que se abren tras el paso de las llamas y son una imagen de la esperanza de lo que vendrá después», les relataba. Sin embargo la sabina no tiene respuesta frente a los grandes incendios, por lo que para recuperar su población es necesaria la acción humana. Para reproducirse necesita que los tordos consuman sus frutos y así dispersen sus semillas, ya que si no se disuelve la capa dura de ese fruto las semillas no llegan a tocar tierra.
La responsable del proyecto de reforestación es Sofía Insúa, que explica que en dos años de Ibiza Reforesta han plantado en torno a 400 sabinas en distintas zonas que han sufrido incendios en la isla.
La primera fue Cala Llonga con el CEIP Santa Eulària. Precisamente uno de los tutores que participaron ayer en la actividad, Tomeu, estaba en aquel momento como profesor en ese centro. «Fue una experiencia muy interesante y los alumnos se lo pasaron muy bien», explicaba. En aquella ocasión se hizo con estudiantes desde 1º a 6º. Sin embargo Insúa explica que al tener que usar herramientas, los más pequeños tenían dificultades para participar. Al año siguiente probaron con adolescentes, «pero es una edad que ellos están a sus cosas», dice la voluntaria sonriendo. Por ello en este tercer año han definido su público objetivo, alumnos de 5º y 6º de primaria.
Los niños y niñas se dividieron en grupos de 4 o 5 y salieron con sus azadas y sus picos en busca del lugar idóneo en el que plantar su sabina, previa explicación de personal del Ibanat, que les dio los planteles. Algunos grupos tuvieron tiempo de plantar dos e incluso tres. El grupo de Aitor, Teo, Lola y Matilde incluso le puso nombre: Cristóforo II.
En la jornada de ayer se plantaron cerca de 30 nuevas sabinas. El número se ampliará la próxima semana con la participación de los grupos de 5º y 6º de primaria del CEIP Santa Gertrudis.
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