Bares de siempre

Bares de Ibiza: Polynesia es «un bar de barrio»

El bar Polynesia lleva más de 40 años en el barrio de es Clot

Marta y José Manuel, padre e hija, al frente del Polynesia. | Toni Planells

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En 1989, Reme Brea y Carmen Recio se hicieron con la gestión del bar Polynesia, un bar que, hasta entonces, había sido dirigido por un matrimonio en la calle Aragón de Vila. Brea y Recio son originarias de Villanueva de San Juan, Sevilla, igual que el camarero al que contrataron en agosto del mismo año, apodado en su pueblo como ‘el Gato’.

‘El Gato’, Juan Manuel Armazones Recio, lleva desde entonces tras la barra del emblemático bar del barrio de es Clot. «Cuando empecé apenas había edificios en esta zona y, a partir de la calle de atrás, cuando llovía todo era un auténtico barrizal», recuerda Manolo sobre sus inicios como camarero en el bar Polynesia, apenas dos años después de llegar a Ibiza con la experiencia de dos temporadas en el hotel La Noria.

Manolo al mando

A los cinco años de su llegada, Manolo se hizo con la parte de Carmen cuando ella volvió al pueblo. De esta manera, el Polynesia estuvo regentado durante una década por Armazones y Brea, hasta que esta también puso rumbo a su tierra natal. Así, a partir de 2004, Manolo se quedó al mando del bar junto a su entonces esposa, Araceli, mientras su hija, Marta, correteaba entre la barra y las mesas.

‘El Gato’ también contó con la ayuda de camareros como Antonio o Juan, «que estuvieron unos ocho años cada uno», y de Ana María, «que venía a echar unas horas cuando había más trabajo». Si bien el bar siguió funcionando como siempre, la combinación de negocio y familia acabó con el matrimonio apenas un par de años después, con la marcha de Araceli. Ana María cubrió su puesto desde entonces.

Créditos: Toni P.

A día de hoy, Marta completa el equipo del bar Polynesia junto a su padre, Manolo, y Ana María. «Nunca fui cocinero, pero de un tiempo a esta parte prefiero estar dentro, en la cocina, mientras Marta o Ana María se encargan de la barra y de la sala, una por las mañanas y otra por las tardes», reconoce Manolo, mientras su hija muestra su apoyo con un «es que ya son 36 años y es normal que quiera estar más tranquilo». «Me he criado aquí dentro. Con ocho o nueve años me sentaba en la mesa para ver la tele mientras mis padres trabajaban y les ayudaba siempre que me dejaban. Con 14 años, cuando salía del instituto, venía a fregar platos y vasos», recuerda Marta sobre el bar que la vio crecer.

El perfil de la clientela del Polynesia «no ha cambiado nunca, siempre ha sido gente trabajadora y vecinos del barrio», explica el propietario, mientras añade entre risas que «si entra algún turista es porque se ha equivocado». «Es un bar de barrio», zanja Marta, quien asegura que «me sé de memoria lo que quiere cada uno de los clientes habituales, como la mesa de jubilados, siempre la misma, que desayuna cada mañana, o la que se monta por la tarde para jugar a las cartas y a la que suele apuntarse mi padre». Aprovechando el perfil de bar de barrio, independiente del turismo, «aquí no nos enteramos de si la temporada de verano ha ido bien o mal». El Polynesia cierra sus puertas por vacaciones en pleno verano, «para San Juan mi padre siempre va al pueblo», y en Navidad. Sin embargo, Marta reconoce que «aprovechamos las vacaciones para hacer una limpieza a fondo».

Oferta

«Haría algún cambio, como poner una carta, pero mi padre es muy ‘cabezón’ y me cuesta convencerle», explica con humor Marta sobre la oferta del Polynesia, que «prácticamente no ha cambiado desde que entré como camarero», tal como reconoce Manolo. ‘El Gato’ se refiere a que «al principio solo se hacían tostadas y bocadillos fríos hasta que instalamos una plancha y un extractor. Desde entonces hacemos bocadillos calientes, tapas de callos, alitas de pollo, tortilla de patata… Lo que no hemos hecho nunca es menú, pero tampoco ha faltado nunca una tapa con cada cerveza o refresco». Sin embargo, la estrella del Polynesia sigue siendo la misma desde la llegada de Reme y Carmen. Desde entonces, no falta una buena ristra de jamones colgando sobre la barra, listos para ser cortados por la mano experta de Manolo, quien asegura que «uno de ellos apenas nos dura dos días».

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Horarios

Manolo es el encargado de poner en marcha cada mañana el bar para abrir junto a Marta a las siete de la mañana. Ana María toma el relevo a Marta hasta la hora del cierre, las 22 horas. Una hora que no siempre ha sido la misma: «Antes cerrábamos a las 12 de la noche o cuando nos dejaran los clientes», explica Manolo, que reconoce que «algunas noches se nos iba de las manos y, tras haber tenido que pagar alguna multa, decidí no cerrar más tarde de las 22 horas».

Créditos: Toni P.

Clientela

Pepe es uno de los clientes diarios del Polynesia: «Vengo todos los días, por la mañana y por la tarde, a tomarme mi cerveza», explica, mientras tira de confianza para asegurar que «la camarera es estupenda, pero ‘el otro’ es más ‘dolent’», antes de soltar una carcajada.

Paco también es habitual: «Vengo casi todos los días», además de ser «vecino puerta con puerta de Marta». Para Paco, sus tapas favoritas son las de albóndigas y las de tortilla de patata, otra de las estrellas del Polynesia.
Para Raúl, una tostada con jamón serrano recién cortado, un zumo de naranja y un café «son lo mejor antes de entrar en el gimnasio».

Y es que este cliente mantiene la fidelidad al Polynesia «desde que tenía una tienda justo delante, al lado de La Cucaña».

Paco y Rafi se sientan a diario en la terraza del Polynesia: «Desde aquí siempre nos encontramos a alguien que se acaba sentando con nosotros para desayunar», asegura Rafi.

La pareja coincide en valorar el trato que reciben en este bar: «Una tostada y un café los encuentras en cualquier lado, el cariño que te encuentras aquí, no».

«Aquí todo es bueno. Si viene tanta gente durante tanto tiempo, es por algo», así resume Eusebio el éxito de su bar favorito, al que Mario califica como «el mejor bar de Ibiza, por eso vengo siempre que puedo desde Sant Jordi».

Tras «más de 40 años viniendo», Enrique insiste en valorar «el trato familiar» que recibe en el Polynesia, mientras lo califica como «el mejor lugar donde juntarse cada día con los amigos».