El 20 de febrero de 2007, la familia Ortiz García hizo realidad uno de sus sueños: abrir su propio bar. | Toni Planells

La Bodeguilla se ha convertido en uno de los bares de referencia de la calle Vicente Serra y Orvay, un punto de encuentro entre los barrios de Es Clot, Sa Colomina y Sa Bodega.

El 20 de febrero de 2007, la familia Ortiz García hizo realidad uno de sus sueños: abrir su propio bar. Así, Ramón y Nieves abrieron las puertas de La Bodeguilla. «Mi marido tenía claro que quería montar un bar, y decidimos invertir nuestros ahorros para ponerlo en marcha», recuerda Nieves, quien añade: «Mi hermano Bartolo se unió desde el primer momento».

Ramón tenía una amplia experiencia en la hostelería desde que llegó a Ibiza con tan solo 16 años, procedente de Baza, Granada. «Nada más llegar, se puso a trabajar en la Tasca del Tío Pepe y también estuvo muchos años en Can Negre, además de hacer extras en otros restaurantes», explica Nieves. También añade: «Llevó el bar El Parral durante unos años, mientras éramos novios».

Nieves no puede evitar contar con cierta nostalgia cómo conoció a Ramón, «mientras él hacía la mili en la Cruz Roja y yo era voluntaria». Después, habla de sus hijos, Evelina y Ramón, quienes, según asegura, «hemos crecido en el bar».

El papel de Nieves en los inicios de La Bodeguilla fue más discreto: «Yo no tenía ninguna experiencia en hostelería. Era peluquera y solo venía cuando terminaba mi trabajo para echar una mano en lo que hiciera falta».

«Cuando Ramón cayó enfermo, decidí dejar la peluquería para poner todos mis esfuerzos en el bar, después de tenerlo cerrado tres meses, que es lo que más ilusión le hacía a él», explica Nieves, mientras recuerda que Ramón «estuvo al pie del cañón todo el tiempo que pudo. Venía con su ‘mariconera’ al quicio de la puerta y se ponía a fregar platos», dice, sin poder evitar emocionarse.
De este modo, tras un arranque con Ramón en la cocina y Bartolo en la barra, La Bodeguilla se ganó a la clientela del barrio en poco tiempo. Como subraya Nieves: «Enseguida necesitamos personal y siempre tuvimos la suerte de contar con muy buena gente, como Pablo, que estuvo en la cocina mucho tiempo con nosotros, o Pepe, que sigue en la cocina desde hace mucho».

El momento más crítico en la trayectoria de La Bodeguilla llegó en 2020, con el fallecimiento de Ramón: «En ese momento pensé en cerrar, pero junto a mis hijos decidí que este negocio podía ser su futuro y que yo les echaría una mano en todo lo que pudiera». ‘La familia unida jamás será vencida’ es el tatuaje que luce toda la familia Ortiz García y que resume el espíritu con el que impregnan el bar que fundó el padre.

«A Evelina siempre le gustó echar una mano en el bar y empezó a trabajar con 17 años. A mi hijo Ramón, su padre le obligaba a fregar platos los viernes y sábados para ganarse los 50 euros con los que salía a tomar algo con los amigos. Ahora trabaja con nosotros desde los 18 años y le encanta, ¡lo da todo!», explica Nieves respecto a su hijo, subrayando el talento que ha heredado Ramón de su padre para tratar al verdadero protagonista de la oferta de La Bodeguilla: el jamón serrano. Así, una de las escenas más características de este bar es la imagen de Ramón cortando con maestría una de las dos piezas de jamón ibérico que ocupan un lugar especial en la barra.

Este producto forma parte del legado de Ramón, quien, según recuerda Nieves con simpatía, «colocaba un Buda en sus platos especiales de jamón, por eso le pusieron ese apodo, y por eso lo hemos puesto en el cartel del bar».

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Además del jamón, la oferta gastronómica de La Bodeguilla destaca por su plato del día. Los lunes, miércoles y viernes ofrecen cocido, arroz de matanzas y paella, respectivamente. Los martes y jueves, el plato del día varía.

«Si tengo que presumir de algo, es de las tapas de frita de pulpo, que es muy especial en nuestra casa, y del magro de cerdo con tomate y del morro frito, muy típicos de Andalucía», añade Nieves.


Clientela

«Yo no podría trabajar en otro bar y soportar lo que se soporta en los bares», confiesa Evelina para poner en valor a la clientela de su bar familiar. «Son los mismos clientes que me han visto crecer aquí dentro, son parte de mi familia», afirma, y añade: «El otro día vimos el vídeo de la inauguración y siguen viniendo los mismos clientes de aquel día, menos los que, por desgracia, ya no están con nosotros».

La Bodeguilla, «la familia unida jamás será vencida»
La mesa de los mayores. En La Bodeguilla destaca una de sus mesas, siempre ocupada por los mismos clientes de toda la vida y en la que lucen placas con los nombres de quienes las ocupan y también de quienes las han ocupado, como Felipe o Pepe.

Por esa razón, los Ortiz García no dudan en incluir a buena parte de su clientela en su familia. «Algunos de ellos, que ya son mayores, nos tienen a nosotros como contacto de emergencia por si les pasa algo».

Tal es la complicidad en La Bodeguilla que una de sus mesas luce una serie de placas con los nombres de sus clientes más fieles. «Felipe y Pepe ya fallecieron, pero siguen juntándose a diario en su mesa Ricardo, Rafael, Paco y Javi», explica Nieves.

En esa misma mesa, mientras comprueban el resultado de las apuestas de la Primitiva que llevan jugando desde hace años, Antonia, desde el lugar que ocupaba su marido, Pepe, deja clara una idea que resuena en el resto de sus compañeros de mesa: «Venimos aquí desde el primer día y estamos en familia». Al hablar de La Bodeguilla, Cabrero no deja de recordar anécdotas y costumbres del bar, donde «en los cumpleaños, nuestro compañero Rafa siempre se pone a cantar ópera». Ricardo, uno de los más veteranos, asegura: «Solo dejo de venir cuando está cerrado». «Lo mejor de todo es que estamos en familia», exclama Antonia, mientras Paco remata con humor: «Lo peor somos nosotros», antes de que la mesa estalle en carcajadas.

El humor y la simpatía son marca de la casa en La Bodeguilla, tal como lo demuestra el comentario de Cristóbal: «Me tratan fatal, por eso vengo cada día».

Antonio, más que cliente, es parte de la familia de La Bodeguilla. Él se define a sí mismo como «el traedor», entre risas, para aclarar enseguida: «Soy el que trae las cosas». Antonio, además, es el padre de Nieves, razón por la que, tal como dicta el lema de la familia, lucha junto a ellos por sacar adelante el negocio.

Antonio, más que cliente, es parte de la familia de La Bodeguilla. Él se define a sí mismo como «el traedor», entre risas, para aclarar enseguida: «Soy el que trae las cosas». Antonio, además, es el padre de Nieves, razón por la que, tal como dicta el lema de la familia, lucha junto a ellos por sacar adelante el negocio.