Sansano y Escandell participaron este sábado en el ciclo Al barri, feminisme a diari, organizado por la Emprendada feminista en la biblioteca pública de Figueretes. Ambas trabajan desde hace tiempo en un libro que se encuentra ya en fase de corrección y que visibiliza la dura historia de muchas mujeres ibicencas.
«Que Adlib saliera adelante fue posible porque antes existían unos precedentes, todo un ejército de mujeres ibicencas que sabían coser, bordar, planchar o teñir. Esta plataforma de mujeres que conocían a la perfección estos oficios, aunque fuera de manera anónima e invisible, posibilitó que después llegaran diseñadores de fuera y crearan la moda Adlib», comentó Sansano.
La ponente recordó que, en ocasiones, las mujeres se dedicaban a estos oficios por la noche, una vez habían cumplido con sus labores domésticas, para poder aportar algo a la economía familiar. En otros casos, viudas ibicencas que tuvieron que criar a sus hijos solas encontraron en la costura o los bordados un sustento fundamental para los suyos.
Según explicaron también, ya a finales del siglo XIX existían determinadas industrias catalanas que contaban con estas costureras y bordadoras ibicencas para sacar sus productos textiles al mercado. Años después, en casi todas las casas de Ibiza había máquinas de coser que ayudaron a extender toda esta actividad. «Igual no tenían luz o agua corriente, pero sí contaban con una máquina de coser, aunque fuera a pedales, y las mujeres podían realizar estos trabajos, pero a unos precios miserables. De hecho, las empresas catalanas venían aquí por los precios que pagaban, que eran muy bajos», explicaron.
El conocido como trabajo «a comisión» se extendió después hasta los años 60, cuando comenzaron a llegar a la isla extranjeros que optaban por vestir de manera diferente y que encargaban sus prendas a las costureras ibicencas. «Hicimos más de 100 entrevistas y, a pesar de que existe un patrón común entre estas mujeres, sí que hay casos muy relevantes», insistieron.
Sansano explicó además cómo a comienzos del siglo XX numerosas mujeres se profesionalizaron y fueron muchas las modistas que consiguieron los títulos de Corte y Confección. Algunas, incluso, lograron el título de Honor al «hacer trabajos de manera muy perfeccionista, especializándose en alta costura».
En este sentido, en la charla se recordó cómo en Vila fue habitual durante los años 50 y 60 celebrar puestas de largo, por lo que las familias encargaban a estas modistas los vestidos de gala. Además, estas mujeres confeccionaban también para las novias ibicencas sus trajes de boda.
El claro objetivo del trabajo de Escandell y Sansano es, por tanto, restituir la autoría de la popular moda ibicenca, según comentaron también.
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