La responsable de SOS Salvem sa Sargantana Pitiusa, Catalina Cirer. | ARGUI ESCANDON

La coordinadora de SOS Salvem sa Sargantana Pitiusa, Antònia Cirer, presentó semanas atrás el proyecto de reserva preventiva de lagartijas de la Necrópolis de Puig d'es Molins. Un paso más en la lucha por la conservación de las sargantanes y contra las serpientes que depredan a este especie endémica en Ibiza. Cirer tiene claro que se ha perdido un tiempo precioso en la búsqueda de soluciones y cree que ahora es el turno de la Administración porque los ciudadanos ya han demostrado estar volcados en esta lucha.

—Acaban de presentar la reserva preventiva de lagartijas en la Necrópolis de Puig d'es Molins. ¿En qué consiste este proyecto?
—Se trata de encontrar una zona a la que todavía no han llegado serpientes, evitar que lleguen y mantener el medio ambiente inalterado tal y como ha existido en Ibiza durante miles de años. Así podemos permitir que las lagartijas sigan viviendo tranquilamente sin que sufran la depredación y la presión a la que están sometidas en el resto de la isla con las serpientes.

—¿Por qué se ha escogido esta zona?
—Es una zona verde que está inalterada. Por ahí entraron los cristianos, nadaron los fenicios, enterraron durante cientos de años a los primeros habitantes de la isla… Y todo está exactamente igual ahora. Además, al estar rodeado de la ciudad, esta hace de escudo contra las serpientes.

—¿Se han llevado a la Necrópolis lagartijas de otras zonas de la isla?
—¡No! Por ley, las lagartijas no pueden llevarse de un sitio a otro ni se pueden encerrar en terrarios. Pero sí podemos hacer que haya una zona en la que impidamos que entren las serpientes. Y por eso lo llamamos reserva preventiva, porque estamos haciendo una prevención para que no lleguen las serpientes. Ahí hay lagartijas desde hace miles de años. Es una población que yo he estudiado mucho desde los años 70. Es una población estable, con muy buen estado de salud y con una densidad relativamente elevada. Están en un ambiente inalterado y protegidas por el cinturón de la ciudad.

—¿Cómo ha evolucionado la situación de las lagartijas este año?
—Con las capturas de serpientes que han hecho los voluntarios de SOS Salvem sa Sargantana, hemos visto que en Santa Eulària y Sant Joan va bajando. Con respecto a 2021, se nota que hay una densidad menor de serpientes en lo que podríamos llamar la zona cero. Pero esto tampoco quiere decir que haya lagartijas.Las capturas han aumentado en la franja de expansión, que va de es Codolar a Buscastell. Después tenemos una zona en la que las serpientes han llegado de forma muy esporádica y que es Benimussa y sa Talaia de Sant Josep. Pero en las calas de esta zona, en Cala Tarida, cala Vadella y cala Molí, sí que hay poblaciones importantes de serpientes.

—¿Hay algún patrón que se cumpla en la zona donde más serpientes hay?
—No, lo único que tenemos que tener claro es que, dentro del territorio de la isla de Ibiza, se esparcen como una mancha de aceite. Puede haber alguna zona a las que no han llegado porque hay una barrera física. Pero vemos que se sigue extendiendo, sobre todo donde hay torrentes.

—¿Cuál es el momento de más peligro?
—Las serpientes tienen en primavera un pico de actividad pero en julio y agosto buscan zonas frescas: umbrías, torrentes, piscinas… Es muy frecuente encontrarlas donde están fresquitas, justo al lado de una cañería o cerca de las duchas de exterior. En septiembre vuelve a haber un repunte de actividad porque las nuevas salen de los huevos y las viejas cogen más reservas para el invierno. El problema son las recién nacidas, que son muy activas y muy finitas y pueden pasar por cualquier agujero que también utilizan las lagartijas. Estas serpientes, además, tienen capacidad para devorar lagartijas adultas. Y por eso hay más actividad en las trampas en esa época.

—Las trampas son muy curiosas porque tienen un ratón dentro.
Efectivamente. Hay un ratón que, además, vive muy bien. Está totalmente apartado del compartimento donde cae la serpiente y es una variedad de ratones que no sufren estrés ni miedo a pesar de tener cerca a este animal. Están muy bien dentro de su jaulita pero hay que cuidarlos. Las trampas hay que visitarlas cada semana para asegurarte de que el ratoncito está bien. Otra cosa que hay que evitar es limpiar la jaula mucho porque lo que atrae a la serpiente es ese olor. Y tiene que ser el olor de un ratón vivo y feliz.

—Desconocía que las serpientes tuvieran un olfato tan fino.
—Sí. Tienen el olfato muy acrecentado. Más, incluso, que un perro. Tienen varios órganos sensoriales para detectar el olor y lo hacen en estereoscópico. Es decir, como si hubiera relieves de olor para poder determinar dónde está, en qué dirección va, con qué intensidad. Sacan muchísima información a través de los olores.

—¿Sirven para algo las casitas para lagartijas?
—Ellas ya tienen sus casitas, que son las paredes de piedra seca. Pero cualquier lugar donde puede refugiarse una lagartija puede ser también un refugio para una serpiente.

—Entidades como el GEN, Amics de la Terra e Ibiza Preservation han sacado sus propios refugios para lagartijas. ¿Qué le parece?
—Todos los esfuerzos que hagamos para capturar serpientes son positivos. Pero intentar hacer casitas para lagartijas puede ser muy pernicioso porque las serpientes pequeñas también pueden entrar. La única solución serían terrarios aislados, zonas con posibilidad de alimentar a las lagartijas. Pero estos terrarios artificiales está prohibidos por ley. Las lagartijas, además, tienen su función en el medio ambiente. Se alimentan de pequeños insectos y son polinizadoras involuntarias. Si ellas desaparecen, esos insectos se convertirán en plagas. Y esto ya lo estamos viendo. Hay un incremento de arañas, caracoles, cuques de Sant Antoni…

—Da la impresión ahora de que el consenso que existía sobre la defensa de las sargantanes se ha roto un poco y que cada uno va por su lado.
—Es probable. Se ha demostrado que la población ibicenca ha respondido a una a la hora de actuar contra las serpientes. Tenemos a gente entregada para intentar solucionar un problema medioambiental y lo que hay que hacer es potenciar esto al máximo. Lo que tendría que hacer la Administración es buscar nuevas formas de lucha que el voluntario no puede hacer.

—¿Y qué más se puede hacer?
—Hay métodos como la fumigación térmica, que consiste en conectar el tubo de escape de un coche a una manguera e introducir esta en una pared de piedra seca para intentar que salgan las serpientes que puedan haberse refugiado allí. Y las puedes coger con perros adiestrados para ello. Esto ya se hacía con los erizos. Hemos de utilizar de forma inteligente lo poco que tenemos en nuestras manos.

—¿No podemos fijarnos en cómo lo han solucionado en otros lugares?
—Hemos perdido demasiado tiempo. En 2010 ya había informes que alertaban y en aquel momento hubiera sido fácil acotar la zona y evitar que las serpientes se expandieran. En 2015, el Govern publicaba informes alertando de que el 60% de las intervenciones por especies invasoras en Ibiza era por serpientes. El problema entonces ya era muy grave. Estamos a punto de entrar en 2023. Se ha tardado demasiado tiempo y estos titubeos acaban pagándose. Las serpientes están prácticamente en toda la isla. Solo podemos hacer evitar que entren en pequeñas áreas como en algunas calas y en algunas zonas de la costa como Punta Galera.