Pepita Costa (Ibiza, 1967) preside desde hace años la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (FAPA). Ante el inicio del curso escolar, repasa cuestiones como la falta de infraestructuras o las dificultades para completar las plantillas de docentes.
—¿Qué balance puede hacer de estos años como presidenta de la FAPA?
—Han sido siete años muy diferentes. El inicio fue problemático y conflictivo. El presidente del Govern era José Ramón Bauzá y la comunidad educativa no estaba nada de acuerdo con las políticas que se estaban desarrollando. Por ello, exigíamos que se tuviera en cuenta la opinión de dicha comunidad. En clave positiva, a raíz de aquello surgió el movimiento Illes per un Pacte.
—Al mismo tiempo, usted ha reconocido que fue un momento emocionante.
—Realmente fue una etapa muy emocionante porque fue un momento en que la comunidad estaba muy concienciada sobre las necesidades del sistema educativo y sobre la importancia de un pacto que, a día de hoy, sigue siendo necesario, aunque sigue sin existir. Continuamos viendo cómo la educación, en muchos aspectos, se continúa usando como arma política para sacar un rédito y ello no debería ser así. Consideramos que los políticos deberían poder llegar a ese pacto al que nosotros sí fuimos capaces de llegar. En el balance de estos años hay que destacar la llegada del Govern del Pacte. Desde el principio hubo un cambio importante de postura, de escucha de la Conselleria hacia la comunidad, aunque ésta ha sido muy exigente. Considero que la educación ha ganado mayor protagonismo en la sociedad, aunque no todo el que nos gustaría.
—Parece que tras varios años difíciles, comienza un curso ‘normal'.
—La verdad es que han sido dos años muy complicados, en todos los ámbitos, pero en las escuelas y en el proceso educativo han sido disruptivos. Los últimos cursos se han visto afectados por las distintas olas de Covid y debemos recordar la pérdida de la presencialidad y el cierre de centros. Después, tuvimos también una semipresencialidad, que fue muy mala. Este pasado curso ya no lo recordamos, pero en enero todavía los niveles de contagio eran enormes, con una cantidad muy grande de docentes que estaban de baja, sin capacidad para cubrir esas plazas. Fue realmente una ola sin muchos fallecidos, afortunadamente, pero a efectos educativos fue grave. Desembocamos ahora en un curso que, de primeras, pensamos que será normal y cruzamos los dedos para ello. Lo empezamos con un cambio importante a nivel pedagógico como es la entrada en vigor de los nuevos currículums educativos en todas las etapas. En principio, es un hecho muy positivo, aunque se ha producido una implantación muy precipitada. En Baleares se publicaron el 1 de agosto. Con ello lo digo todo. Está claro que adaptarse será complicado porque es un cambio paradigmático.
—Los sindicatos educativos han criticado esta precipitación.
—Es un cambio de fondo y realmente los docentes se tienen que implicar. Es cierto que ha faltado ese proceso formativo, aunque esperamos que esa flexibilidad que otorga Conselleria dé pie a este aprendizaje de los nuevos currículums, de esa nueva relación de aprendizaje curricular con competencias que nosotros consideramos que es una medida de inclusión. Tenemos ganas de que sea una realidad, aunque somos conscientes de que el cambio no será de un día para otro. Como todo en educación, los cambios no pueden ser rápidos porque dependemos de los profesionales que deben formarse, pero estamos contentos de que esto se lleve adelante, aunque entendemos que deberemos ser pacientes. Esperamos que sea para el bien de una mejora educativa ya que este cambio competencial va en la línea de lo que se está haciendo en los países más avanzados.
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—Un año más, hay que hablar de la falta de personal.
—Es un tema muy preocupante. Nos afecta a la sociedad en general y, concretando en educación, es muy preocupante. Tenemos un porcentaje de interinos muy elevado y ello hace que los proyectos que se realizan en los centros muchas veces se vean interrumpidos por el cambio constante de docentes que no favorece que pueda haber un trabajo de equipo. Se habla mucho de la autonomía de los centros, pero es muy complejo si año tras año hay un porcentaje de profesionales que van cambiando. Es un problema que todos nuestros representantes políticos deben tomarse en serio y reunirse para buscar soluciones a un problema habitacional que afecta a todos los sectores. También el alumnado crea unos vínculos y es importante que los tenga con el profesorado que conoce, lográndose así una educación personalizada, algo que es imposible si año tras año el profesorado va cambiando.
—El curso va a comenzar sin infraestructuras nuevas.
—De ninguna manera podemos valorarlo de forma positiva y es un problema que arrastramos. ¿Cuánto tiempo hace que esto es uno de los puntos más importantes? Hablamos del nuevo centro de Santa Eulària o del nuevo instituto de Vila o de la nueva fase del Quartó del Rei, que ya podría ejecutarse porque allí no se está pendiente de ningún terreno, solo de comenzar las obras. También hablamos de nuevos centros que van a necesitarse en Sant Antoni o en Sant Jordi. Siempre vamos retrasados. ¿Cuánto tiempo hace que no tenemos una infraestructura nueva? Es una realidad y exigimos a las instituciones, primero a la Conselleria, que haga lo que puede hacer, por ejemplo, la ampliación del Quartó del Rei. También, que impulse todas las reformas que son necesarias porque hablamos de centros con muchos años que tienen problemas estructurales. Es verdad que se han hecho inversiones, pero en Ibiza se necesita realmente una inversión más importante. Es cierto que es el resultado de años y años de falta de mantenimiento pero, sea cual sea la razón, hay que actuar y crear centros. Todo es demasiado lento y se debe priorizar. Si nosotros no trabajaríamos en según qué centros y en según qué condiciones, por qué colocamos a nuestros hijos en estos colegios.
—Precisamente, el STEI ha expresado su preocupación por los problemas de climatización que puede haber en algunos centros.
—Totalmente de acuerdo. Somo conscientes de ello. Como adultos, basta imaginar con trabajar en una oficina y estar concentrados y todo a 30 grados. No es tolerable y debemos encontrar medidas para arreglarlo. Seguramente no habrá soluciones estructurales que puedan aplicarse de aquí al lunes, pero habrá que poner parches de alguna forma, hacer esfuerzos y, de cara la futuro, con la actual crisis climática, realmente hay que pensar en sistemas eficaces para refrescar las aulas.
—Se habla del inicio del curso más caro, con costes para las familias de hasta 500 euros por hijo.
—Este comienzo costará según el centro. En algunos, no será tanto y en otros, mucho más. Ello no debería ser así porque la educación pública tiene que ser grautita. Nosotros lo exigimos a Conselleria. Sería nuestra primera reivindicación y que se piense en el coste que este inicio supone para las familias. Hay ayudas, pero no es lo mismo para todos.
—Una de las novedades es la gratuidad para niños de 2-3 años.
—Sobre la gratuidad, lo valoramos muy positivamente. Bienvenida la polémica que ha suscitado. Ya era hora de que este tema se abordara porque es un coste que muchas familias no pueden permitirse e, incluso, renunciaban a llevar a sus hijos a una escoleta. Puede ser insuficiente, pero para empezar estamos muy contentos. Tras el anuncio del Govern sobre la gratuidad en la etapa 2-3 años, ya hemos visto el anuncio del Consell. Nos hemos concienciado de que es una etapa que requiere de la implicación de muchas instituciones y se han de crear muchas más plazas de cara al futuro porque es una medida de equidad y no solo de conciliación. Además, poco a poco iremos exigiendo que haga extensiva la gratuidad a otras etapas.
—Habla también de la inclusión de alumnos con diversidad funcional.
—Me gustaría referirme a todo lo que ha pasado con este alumnado. Ahora hay leyes que propugnan la inclusión, aunque esta realidad implica recursos y formación. Ya era hora de que esto cambiara y que ahora se dé pie a una educación más personalizada, teniéndose en cuenta las capacidades diferentes del alumnado. No podemos vulnerar el derecho a la educación de todos estos alumnos. Todos ellos, en un momento dado, pueden tener necesidades específicas.
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