La ‘Font de Balafia’ y frente a ella la pila que servía para abrevar al ganado.  | Marcelo Sastre

Minutos antes de que las autoridades llegasen al conjunto etnográfico de la Font de Balàfia, Toni Guasch recorría la zona. «Cuando era pequeño nos metíamos por aquel agujero para limpiar el conducto que llevaba el agua de la fuente al safareig», recordaba señalando un agujero por el que apenas cabría un niño arrastrándose: «¡A veces incluso había que entrar con agua!».

El cuidado del sistema de regadío conectado a la fuente era esencial. Los siete propietarios con derecho de uso tenían un día de agua a la semana para regar los cultivos que se extendían varias hectáreas. Había tal abundancia que a veces el agua de riego acababa llegando a la carretera, a medio kilómetro de distancia.

Ahora apenas hay campos cultivados, pero el entorno ha recuperado parte del aspecto que tenía antaño tras la finalización del ‘Proyecto de Restauración y Mejora de la Font de Balàfia y Elementos Conexos’, ejecutado por el Ayuntamiento de Sant Joan.

Los trabajos realizados por Himar Constructora han costado casi 60.000 euros, de los que el Consell d’Eivissa ha aportado un 40%, 36.000 euros, a través de la línea de ayudas económicas para el mantenimiento y la recuperación de los bienes inmuebles de patrimonio histórico en el ámbito territorial de la isla de Ibiza para los años 2020-21.

Al acto de presentación, celebrado este lunes, acudieron el presidente del Consell, Vicent Marí; la consellera de Patrimonio, Sara Ramón; el concejal de Obras Públicas del Ayuntamiento de Sant Joan, Andreu Roig y el concejal de Patrimonio, Santiago Marí. También se acercaron algunos vecinos de la zona.

Trabajos

El proyecto ha servido para reparar la capilla de la fuente, que tenía una enorme grieta en la bóveda que hacía peligrar su estabilidad, además de diversos desperfectos en el interior y el exterior.

La construcción encalada permite adentrarse en la tierra bajando unos escalones hasta el lugar del que brotaba la fuente. Su interior está cubierto del rojo de la almànguena, una mezcla natural de aluminio y tierra con óxido de hierro que se utilizaba para impermeabilizar. Junto a la fuente hay una pila para abrevar a los animales, que seguramente era la piedra de un molino.

El muro de piedra para evitar que caiga tierra en el ‘safareig’. 

También se ha limpiado el safareig a través del que se gestionaba el agua de la fuente para el riego, conectado a un bassó, otra pequeña balsa para regular el nivel del agua. Además se ha instalado un muro de pedra seca, que separa los terrenos de cultivo del safareig, para evitar la caída de tierra.

En el mismo camino, a pocas decenas de metros, se ha restaurado completamente la sènia de s’hort d’en Martina. Una antigua noria de riego que estaba desarmada desde hacía años. El mismo propietario confesaba que no la había conocido en funcionamiento, dado que en su momento se instaló una bomba mecánica, más eficiente que el tiro de una mula.

La intervención ha supuesto la retirada de una estructura de bloques que la rodeaba y la restauración de todos los elementos que la integraban. La noria está preparada para su uso a nivel de demostración. Se trata de una noria de rosario, que tiene una cadena en la que se colocan los recipientes, como si fueran las cuentas de un rosario, para poder sacar el agua de zonas profundas.

Bajo la noria todavía hay agua, que el propietario de los terrenos utiliza para regar su huerta, aunque con una bomba moderna.

El corazón de Balàfia

«Se trata de un paisaje patrimonial especialmente bien conservado que tiene como corazón esta fuente», explicó el técnico de Patrimonio del Consell d’Eivissa, Joan Ramon. Un corazón que bombeaba agua por arterias creadas por el hombre y permitió el enriquecimiento de los pobladores de la zona gracias a la agricultura.

Por los alrededores se han encontrado restos de cerámica de época andalusí, que revelan que la zona ya estaba habitada antes de la conquista de 1235. Para Joan Ramon la fuente es, sin duda, la explicación de la existencia del poblado de Balàfia y motivo de su riqueza. Hay documentados ataques de piratas a la zona, algo inusual a tanta distancia de la costa, que se debería a la esperanza de un buen botín.

El agua volvió a brotar este año de la fuente, BIC desde el año 2010. Fue entre febrero y abril, tras casi una década sin una gota de agua, según Toni Guasch, que celebra volver a ver adecentada su zona de juego de cuando era niño y espera que pueda conservarse así en adelante. Algo que también reivindicó el concejal de Patrimonio, Santiago Marí, que instó al Consell a que colabore en estas labores.