La UVAC avanzada utiliza un vehículo del SUAP para atender a los posibles casos de coronavirus que requieren un diagnóstico en el domicilio. | Marcelo Sastre

El paciente tiene 40 años. Pasó la COVID-19 sin síntomas hace dos meses. Ayer acudió al Centro de Salud de Vila, donde le atendió la doctora Rocío Espín. Siente que cuando camina se ahoga y dolor en el pecho. «Aquí me encargo de atenderle, descarto que sea una patología aguda que requiera tratamiento urgente, en cuyo caso se le derivaría al centro de Can Misses. Ahora le he derivado a su médico de cabecera para que le atiendan en Medicina Interna».

La doctora Espín explica que ha notado un repunte entre las personas a las que atiende de casos de este tipo. Pacientes jóvenes que pasaron la COVID-19 sin síntomas, pero que un mes después presentan secuelas.

Espín forma equipo con el enfermero, José Manuel Chico, en la Unidad Volante de Atención COVID (UVAC) avanzada del Centro de Salud de Vila. Este servicio, coordinado por el Área de Salud de Ibiza y Formentera, tiene cinco unidades, cuatro en Ibiza en los centros de salud de Vila, Es Viver, Sant Antoni y Santa Eulària; y uno más en Formentera. En Ibiza funcionan desde el mes de julio.

Su tarea es atender a domicilio los posibles casos de coronavirus con síntomas y atender urgencias respiratorias, separadas físicamente de las generales, para evitar que los pacientes de un circuito y otro tengan que compartir el mismo espacio en las salas de espera. Se complementan con las UVAC básicas de los centros de salud, formadas por equipos de Enfermera y Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería, que se encargan fundamentalmente de tomar muestras a personas asintomáticas.

Día a día
Los equipos avanzados acuden cada día al centro de salud asignado, donde generalmente empiezan la jornada con atención a pacientes con urgencias respiratorias, si no tienen ninguna salida programada. En esas atenciones se valora si el paciente tiene o no COVID. «Es una época en la que son habituales las infecciones respiratorias. Cuando es una infección, una faringoamigdalitis por ejemplo, en ese caso focalizamos y les damos tratamiento. Cuando no está tan claro se hace un test de antígenos y si descartamos que sea coronavirus les damos el tratamiento necesario». La prueba de antígenos se hace si el paciente ha tenido síntomas menos de cinco días, el diagnóstico se obtiene en unos minutos, mientras que si han sido más días y es necesaria una PCR el paciente deberá guardar cuarentena hasta que se obtenga el resultado.

Entre las atenciones habituales está la de pacientes de coronavirus con secuelas. Un cuadro que Espín indica que se encuentra habitualmente en personas jóvenes. «Son chavales que muchas veces son deportistas y que sienten que se cansan muy rápido, que se ahogan cuando corren. Da mucha tristeza ver a un chico que lleva toda su vida jugando al fútbol y que ahora no puede porque no rinde».

Entre las secuelas más habituales están los dolores de cabeza y de pecho, dificultad respiratoria y cansancio crónico. También se producen vértigo y mareo. Las afecciones respiratorias son las más habituales y las que tienen un mayor impacto, dado que les provocan dificultades en su rutina diaria porque se cansan con mucha facilidad.
Indica que todavía es pronto para determinar la duración de estas secuelas y su impacto, algo que sigue en estudio.

Otro de los trabajos que desarrollan actualmente es un cribado de aquellos casos que se diagnosticaron como COVID durante la primera ola pero a los que no se hizo ningún test debido al protocolo que se seguía en aquel momento. Se trata de una prueba voluntaria, que Espín indica que algunas personas rechazan. A las que aceptan hacerla se les cita para hacer una prueba serológica, con la que se determina si tienen anticuerpos y, por tanto, si lo que pasaron fue el coronavirus u otra enfermedad.

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Pero su función principal, en cualquier caso, es estar disponibles por si se les requiere para atender a domicilio posibles casos de coronavirus.

Salidas
Cuando una persona que presenta síntomas de coronavirus llama al 061, el servicio determinan si es necesario que se desplace una ambulancia o la UVAC avanzada, que utiliza un vehículo del Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP).

En caso de que se les requiera, siempre tienen el coche preparado con los equipo de protección, un kit de exploración y toma de constantes, un maletín de medicamentos y un balón de oxígeno. Además llevan un cubo para desechar los equipos de protección.

A su llegada deben vestirse con los buzos desechables, gafas, patucos... un equipo aparatoso que además les ha supuesto las quejas de algunos pacientes. «Algunos pacientes se asustan cuando nos vestimos fuera por lo que puedan pensar los vecinos, pero es necesario. Hay casas que están totalmente cerradas, sin ventilación y por tanto es necesario ponerse el equipo de protección en el exterior de la casa».

Una vez dentro, diagnostican al paciente y le toman las constantes. También determinan si es necesario trasladar al paciente para su atención hospitalaria (que se haría a través de una ambulancia) o si el paciente puede recibir atención domiciliaria.

Espín se muestra satisfecha con el trabajo. «Es verdad que tenemos mayor exposición al virus, pero también es cierto que nos protegemos mucho más» y fruto de una adecuada protección no han padecido la enfermedad.

Reconoce que trabajar con el equipo de protección es agobiante. «Entre la mascarilla y las gafas que se empañan, el no poder utilizar el fonendo por el buzo que llevamos puesto...es incómodo, pero es cuestión de adaptarse», un punto al que todavía no ha llegado.

En la actualidad sus salidas se reducen a cuatro o cinco por semana, fruto de los avances que se ha hecho en el control de la enfermedad en Ibiza, sin embargo indican que en los momento de mayor impacto de la segunda ola llegaron a atender cuatro o cinco casos en un día.