Noche de platos fuertes la que se vivió, y sobre todo se escuchó, en la segunda jornada del Eivissa Jazz Festival. En esta edición comprimida parece que los grupos tienen más sabor y hasta con mascarilla entran bien. El baluarte de Sant Llucia estuvo prácticamente lleno para presenciar el espectáculo.
De primero el público pudo disfrutar al conjunto del joven contrabajista mallorquín Pere Bujosa. El trío que lleva su nombre empezó el concierto suave, casi acariciando a los asistentes, para luego irlo atrapando en un crescendo de ritmos. Muy interesantes sus temas con poliritmias, en los que a ratos cada instrumento llevaba su propia línea rítmica, encontrándose cada dos o tres compases. También sus proposiciones con bases de contrabajo grabadas. Xavi Torres al piano y Joan Terol a la batería ofrecieron junto a Bujosa un espectáculo que se puede escuchar en su disco Wabi Sabi, pero también se pudieron oir algunos temas del nuevo EP en el que trabajan y que saldrá este otoño.
De segundo unos monstruos, en el mejor de los sentidos. El Eivissa Jazz Experienci Quintet no podía defraudar con Abe Rábade, a cargo del piano y la dirección; Jeffery Davis con el vibráfono; Román Filiú, haciendo sonar el saxo tenor; Esteve Pi en la bateria y Horacio Fumero al contrabajo. Con temas compuestos por cada integrante del grupo, cada uno de su padre y de su madre, dieron una clase magistral de jazz sobre el escenario. Una verdadera pena para el que se lo perdió.
Todavía esta noche tendremos un poco más (¿postre y copa?) con nuestra Big Band Ciutat d'Eivissa y el Chris Kase Quartet. Viva la cultura y viva el jazz.
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Saxo alto, no saxo tenor.