Los comercios esperan como agua de mayo la apertura del tráfico para recibir más clientes en una ciudad de Vila desértica, sin apenas paseantes ni ciclistas por sus calles. | Marcelo Sastre

El Ayuntamiento de Eivissa anunció anteayer que con el final de la fase 3 concluirá también Eivissa Oberta, que más bien debería haberse llamado Eivissa Tancada. Con toda su buena intención, intentó así facilitar las distancias de seguridad entre ciudadanos durante los paseos y promocionar el uso de la bicicleta en lugar de vehículos motorizados o públicos, pero lo cierto es que este proyecto dejó de tener sentido desde la llegada de la fase 3 o incluso la 2. Desde entonces, ha sido un fracaso.

Las calles y carreteras de Vila presentaron el fin de semana un aspecto desértico. La prohibición de acceso a quienes no sean residentes hizo que la ciudadanía dejara de acudir al centro, con sus consecuencias en forma de pérdidas para diversos negocios. Además, la estampa, por momentos, llegaba a chocar al no haber prácticamente viandantes por las aceras –calle Aragón o calle Cataluña estaban completamente vacías, entre otras–. Y los ciclistas se veían a cuentagotas por la carretera, lo que corrobora que era innecesario alargar la denominada Eivissa Oberta, nombre que no pega ni con cola.

A media mañana de ayer, sorprendió ver que el acceso a la avenida España careció por un tiempo de la presencia de los ‘controladores' que el Ayuntamiento ha repartido por diversos puntos para informar de la entrada restringida a Vila. Sí estaban en otras zonas como la rotonda de Can Misses o la entrada de Ignasi Wallis.

Son pocos los comercios que ayer domingo tenían abiertas sus puertas y lo cierto es que no estaban precisamente conformes con el cierre al tráfico. Abel Mejías, responsable de la pastelería Flor y Nata, afirmó que se ha visto «perjudicado notablemente» por esta medida: «Cuando la gente no puede circular con su vehículo, supone un obstáculo más. Hay sitio de sobra para pasear. La gente quiere poder trasladarse cómodamente. Tenemos clientes de fuera de Vila. Si ya tienen pereza para salir de casa, el obstáculo de no poder aparcar es una pega más que influye. No le encuentro sentido al tema. Tampoco se ve gente con ganas de pasear. Hay que facilitar las cosas a los comercios, que lo están pasando bastante mal, e incentivar la compra».

José Ángel Sánchez, encargado del bar La Barrita, se pronunció en una línea similar. Piensa que Eivissa Oberta «puede perjudicar» a los negocios «porque paraliza mucho más el movimiento en el centro de Ibiza y dificulta las ventas de los comercios que intentamos prosperar los fines de semana por la noche con esta situación». El responsable del establecimiento espera como agua de mayo el fin de Eivissa Oberta con la llegada de la ‘nueva normalidad': «Esperemos que el último fin de semana sea el próximo y empiece ya un poco más la libre circulación».

En Biorganic Eco-Shop Ibiza, Mónica, la encargada, también reconoció que «siempre hemos tenido más clientela los fines de semana». «La gente venía, aparcaba frente a la tienda, cargaba y se iba, pero, desde que está esto cerrado, han bajado mucho las ventas, aunque quizá no sea sólo por eso, sino por todo lo que conlleva la situación». «Veo bien que se quiera hacer zona peatonal, pero deberían dejar entrar más a la gente que viene a comprar. Es complicado. Quieres tener a todo el mundo contento, pero ves que no se puede», indicó.