«Se trata de elaborar un huerto pequeño para trabajar con macetas o mesas elevadas en terrazas, luego la gente también me pedía cómo transformar espacios comunales de residencias para que, en lugar de que sean jardines ornamentales, se transformen en comestibles. Se trata de dar las bases de cómo cada uno puede cultivar sus propios alimentos», recalcó Marí.
La agricultora cree que para crear estos huertos urbanos están los espacios públicos que «podrían cumplir esa función» o en los espacios de una comunidad de vecinos. De esta manera, se aprovecharía el espacio «no solo para que haya palmeras y césped». Porque para ella «un huerto bien orquestado y organizado es muy estético».
La hacendada ya tiene la experiencia de Can Tomeu en 2007, ya que como recuerda allí se quería construir un «macroparque» con lagos artificiales con cascadas, peces y «lo típico, mucho césped y palmeras».
«En ese momento yo estaba en la escuela taller de jardinería de Dalt Vila y me dijeron vete a esa casa, que es una casa pagesa y mira a ver lo que se puede hacer. Me acuerdo que fui allí y había unos hierbajos más grandes que yo y digo aquí no puedo entrar. Así que cogí la furgoneta más vieja que tenía, la utilicé de tractor y así pude llegar hasta la casa», explicó Marí.
Entonces, dos grupos de trabajo empezaron a restaurar la casa y labrar la tierra. Según cuenta la pagesa, los árboles frutales que hay allí hoy en día, se plantaron en 2007 en una campaña de ‘Plantemos para el Planeta' con niños de todas las escuelas de Vila. A través de diversos talleres de jardinería y ocupación hicieron un huerto y un vallado que tenía previsión de desarrollarse hasta otros 4.000 m² disponibles, con un proyecto de huertos urbanos, algo, que según contó, lleva guardado en un cajón desde 2009.
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