Para formar a nuevos profesionales en este oficio, el tanatorio Pompas Fúnebres Ibiza preparó ayer la primera de las jornadas de un curso para personas ajenas al sector funerario. De hecho, según explicó el especialista que los impartirá, Iván Córdoba, tal ha sido la demanda, «más de cien solicitudes», que han decidido habilitar fechas en abril y verano más allá de las que han empezado a impartir desde ayer hasta el día de mañana.
Córdoba indicó que, para estos cursos, se han limitado los grupos a ocho personas, porque más «ya es morbo», y con esa cantidad pueden trabajar y practicar con mayor comodidad.
«Lo que se hace durante el curso es hacer los trabajos que realiza un funerario en su día a día y entre las tareas diarias está el arreglo de los fallecidos. Para eso hay que hacer una serie de tratamientos para los que se hace un estudio: qué, cómo y por qué se realizan», comentó el maestro.
Ausencia de profesionales
El experto aseguró que «siempre faltan profesionales en el sector», porque quien entra no lo hace con formación ya que «no existe nada reglado». «Con lo cual, quien pide trabajo en una funeraria no ha estado preparado; entonces, viene de cero. Ojalá pudiera escoger a gente con un mínimo de experiencia, pero, de hecho, a veces entra alguien y a las pocas horas dice ‘mejor que no'», detalló.
Córdoba apunta a que Ibiza es de los sitios donde «la presentación de los fallecidos tiene un nivel muy elevado» y habla con conocimiento de causa porque forma a profesionales a nivel nacional e internacional.
Una de sus alumnas fue Mairla, enfermera brasileña que «lleva muchos años fuera del ramo» y se apuntó a estos cursos porque «le llamó la atención». «En Brasil, cuando hacía las prácticas de enfermería, hacíamos cosas parecidas, pero no tan profundas. Aquí nos ha enseñado todo: desde la desinfección al lavado que hay que hacer con cariño y respeto hacia el fallecido», recalcó.
Samanta fue otra de ellas. En su caso, es «la primera vez» que «acercaba a este campo», y acudió porque le parecía «muy interesante» y vio «reconfortante trabajar con una persona difunta para que quede un buen recuerdo para la familia».
«Me parece que es un arte al fin y al cabo porque uno siempre quiere tener un buen recuerdo de un familiar y aquí lo aprendes», señaló la aprendiz de tanatopraxia.
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