Grandes y pequeños pudieron disfrutar de una mañana lúdica en el centro educativo de Can Coix con diferentes juegos y entretenimientos. | Irene Arango

Aún es un poco pronto y al principio piensas no sé si vendrá la gente; pero luego sí que se llena y a la frita viene mucha gente, a ver se acompaña el tiempo que también influye mucho. Si hace sol la gente se anima más, así que a ver si desaparecen las nubes».

Dicho y hecho. Fue pronunciar estas palabras Meritxell Martín, y al poco tiempo se abrió un claro entre las nubes que encapotaban el cielo y dejó entrar un rafagazo de luz que alumbró y calentó la velada de la V edición de la Jornada Payesa que celebró el CEIP Can Coix de Sant Antoni en el día de ayer.

Martín compagina su labor de docente con la de secretaria del equipo directivo del centro educativo y en esta ocasión tuvo otra adicional como es la de organizar este evento para «poner auge toda la cultura ibicenca y sus tradiciones».

«El evento surgió porque cuando llegaba la festividad de Sant Antoni, en el colegio no se celebraba mucho, así que hace cinco años empezamos a organizar esta cita y ahí empezó esta locura», comentó Martín.

Y no está muy desencaminada a la hora de usar su calificativo, ya que a muchos de los alumnos que pasaron ayer por el colegio, seguramente les gustaría que permaneciese así el resto del curso. De un lado muestras de artesanías, juegos, castillos hinchables; del otro dulces, cocas, sobrasada a la parrilla. Todo un parque de atracciones para que en un sábado, a nadie le dé pereza ir al colegio.

Miguel era el encargado de supervisar el concurso de bolos hechos artesanalmente y aunque, según comentó, «no es un juego tradicional de Ibiza, sirve para amenizar jornadas como esta».

«Los concursantes tienen tres tiros y se van sumando los puntos por cada bolo tumbado, se anota y al final del día los dos con más puntos reciben premios. El primer premio es una partida a una batalla con láseres para 12 personas y el segundo son seis entradas para Aguamar», señaló.

A este sinfín de actividades había que añadirle talleres de batucada impartidos por la colla Esperitrons. Vicent Barbero es uno de los maestros que los imparte y para que cualquier interesado participe, los tambores se sustituyen por baldes de pintura. «Por lo que les hemos escuchado lo hacen bastante bien, ahora tocarán ellos, después haremos una canción juntos y después actuaremos nosotros», indicó este miembro de Esperitrons.
Para rematar el día y reponer fuerzas después de tanto juego, en otra parte del recinto escolar, Toni Roig estaba al mando de una cuadrilla de personas que debían preparar una frita de porc para la hora de la comida.

Roig ya tiene experiencia en preparar platos comunales ya que hace una semana no participó en el Concurso Mundial de Arròs de Matances, debido a que era el encargado de preparar las raciones populares para 500 comensales. En esta ocasión esperaba dar de comer a alrededor de 200 personas, según calculó el chef.