Quien tenía alguno de estos animales era abordado rápidamente por los periodistas, los fotógrafos, los cámaras de televisión y los asiduos a las redes sociales armados con sus teléfonos móviles. El encargado de abrir la bendición fue Francesc Ribas, que apareció con dos de sus cabras, un macho cabrío de 8 meses y otra de unos dos años.
Después, entre decenas y decenas de perros como Chapi, que con un año no llevó muy bien eso de recibir el agua bendita en brazos de su dueña Jessica, apareció el pequeño Joan Marí, orgulloso de llevar consigo a Toy, un ejemplar de conejo enano de apenas un año que cría en su propia casa. También fue muy solicitado Valentín, un hámster de 11 meses que llevaba Dani y su amigo Iván, y Princesa, un precioso ejemplar de hámster ruso de color gris que tiene Daniela en su casa desde que se lo encontró en casa al volver de vacaciones el 7 de enero.
Centenares de perros
Entre los perros era difícil quedarse con alguno. Llamaron la atención del público una peculiar familia. Estaba compuesta por tres mastines de los Pirineos, Luna, Rayo y Sol, propiedad de Jesús Galera, Pilar, Lucía y Judith. Luna era la mayor y tenía un tamaño razonable, pero los otros dos hermanos, Rayo y Sol, sorprendían por su volumen, a pesar de que no llegaban a los dos años de edad.
Y, como gran contraste, destacó Odi, un divertido y amoroso cachorro negro propiedad de Iker y Lis. Estos dos pequeños de 10 y 7 años, respectivamente, llevaban en brazos a su mascota, regalada por una amiga, protegiéndola para que nada malo pudiera sucederle. También fueron muy fotografiados los caballos, ponys o burros. Una veintena de ellos fueron los primeros en desfilar e inmediatamente tras ellos iban, con trote ágil y elegante, una decena de miembros del Club de Hípica Granja Costa de Sant Antoni. Fueron muchos animales los que fueron bendecidos, tantos que algún bromista entre el público aseguró que el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, «iba a acabar con agujetas en el codo derecho».
Misa y procesión
Un par de horas antes de todo eso, se celebró la tradicional misa y procesión. Durante la ceremonia, muchas de las miradas en el interior del templo y de las conversaciones en el exterior estaban puestas en el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura.
La noticia adelantada horas antes por Periódico de Ibiza y Formentera de que la Santa Sede ultima su traslado como obispo auxiliar al equipo del cardenal arzobispo Antonio Cañizares corrió como la pólvora, y muchos se preguntaban si iba a ser la última misa que daría en la isla. Interés, morbo o curiosidad, el hecho es que Segura se convirtió en gran protagonista.
La ceremonia duró en torno a una hora y a eso de las 13.15 horas comenzó la procesión. Bajo el repicar de las campanas desfilaron las cinco imágenes, destacando de nuevo por número de seguidores, y con permiso de San Antonio Abad, la Virgen de la Hermandad Nuestra Señora del Rocío. Tras ellas, una amplia representación política encabezada por el presidente del Consell d'Eivissa, Vicent Marí, el alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, o el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas Agustinet. Y entre ellos, el representante de Podemos Gianandrea di Terlizzi, acompañado de su perra Ada, «sin H», quien también tuvo su cuota de protagonismo al ser saludada por todo el mundo.
‘Ball pagès' y ‘food truck'
Tras la bendición, llegó el turno del ball pagès con una treintena de miembros de sa Colla Brisa de Portmany, que brilló tanto bailando como desfilando en los carros de barana. Una vez más, balladors y sonadors regalaron imágenes preciosas que parecían sacadas de otros tiempos. Otros tiempos en los que se bendecían animales exóticos. Esos que muchos echaron de menos ayer en Sant Antoni.
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