—¿Qué tiene Un marido ideal para que haya conquistado a tanta gente a lo largo de los siglos?
—Una comedia y un rato de diversión y reflexión sobre temas que parece que no pasan de moda. Analiza si tenemos o no tenemos derecho al perdón cuando se ha cometido un error de joven. Y todo con el humor y el cinismo que siempre transmite a sus obras Oscar Wilde.
—Los que la han visto dicen que no puede estar más de actualidad.
—Por supuesto. La original se estrenó a finales del siglo XIX y siempre ha hecho que el espectador se cuestione cosas y eso, creo, que es de lo más bonito que tiene el teatro. Si la vuelves a leer, ver o escuchar te das cuenta que habla de la condición humana, sea cual sea la época en que vivas.
—Su personaje es uno de los más brillantes de la obra...
—No se si tanto pero si es un lujo interpretarlo. Es el amigo del protagonista pero también el alter ego de Oscar Wilde y tiene algunas de las mejores frases de toda la obra. Cada vez que abro la boca sube el plan y eso es maravilloso.
—La trama de Un marido ideal hubiera cambiado mucho si se hubiera escrito ahora, con las redes sociales...
—Sin duda. Estoy seguro que Oscar Wilde hubiera sido el rey del Twitter si hubiera vivido con nosotros.
—El éxito de esta obra, ¿habla de la buena salud del teatro en España?
—No se si de la buena salud pero si de las ganas de la gente por ir a ver buen teatro. Por mucho que nosotros nos esmeremos, hagamos buenas funciones o por mucho que el estado de más subvenciones, sin el público no seríamos nada.
—Es que no hay nada más maravilloso que una buena obra.
—Estoy de acuerdo. La gente quiere ir al teatro a disfrutar, pasar un buen raro, reirse, reflexionar y juntarse con otra gente. Y eso al final también lo notamos los actores. Esa energía que nos transmitimos unos a otros con una frase o una risa es increíble, incomparable.
—Entonces, usted que ha hecho de todo, ¿con qué se queda?
—Me gusta todo pero con la comedia se produce algo especial. Uno cuando se ríe junto a sus vecinos siente que se une mucho más a ellos. El mundo necesita comedia en su día a día.
—¿Y entre teatro, cine o televisión?
—Esta respuesta me la han hecho muchas veces y la verdad es que todo me aporta, pero el subidón de hacer algo sin poder parar, con un encuentro directo con el público, con sus risas delante de tí, recitando una historia de seguido, no se puede comparar a nada. Es algo maravilloso que para el que es de teatro, se disfruta al máximo.
—¿Se imaginaba cuando salió de Valladolid que iba a estar donde está ahora?
—Uno siempre lucha por sus sueños. Aún me recuerdo a mi mismo repitiéndome un mantra cuando era joven, y no era quiero ser famoso, sino quiero ser buen actor. Ese era y es mi sueño. Por ello nunca he intentando conformarme tocando las mayores teclas posibles para seguir creciendo. He hecho de Nerón, un personaje que te encoge el estómago, un musical cantando y bailando, series, cine... y creo que eso es precisamente lo más bonito de nuestro oficio.
—¿Y de malo ha hecho alguna vez?
—No. Nunca me han ofrecido y es tal vez porque los productores siempre me ven cara de niño bueno. Así que, nada, desde aquí lanzo la petición... ¡¡¡quiero un papel de malo malísimo!!!
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