La muestra ya se expuso el año pasado en Can Jeroni, Sant Josep, y en esta ocasión aterriza en Mallorca con 20 obras formatos que oscilan entre las más grandes, de 240 x 80 centímetros y las más pequeñas de 30 x 15 centímetros. Según aseguró ayer la artista a Periódico de Ibiza y Formentera «todas ellas son collages de cartones sobre lienzo, donde se repite un mismo patrón, el fondo roto y unido por pintura acrílica dorada o plateada». En este sentido, Torres aseguró que «algunas son completamente negras, en donde solo destaca la rotura unida por medio de estos colores luminosos mientras que en otras los fondos están formados por manchas de colores azules, verdes, blancos y negros unidos y mezclados creando manchas al azar mínimamente intervenidas y formando universos de formas y texturas abstractas surcadas por las grietas del cartón».
Además, la artista ibicenca destaca que los cuadros que forman parte de la exposición «es obra muy sobria y sintetizada en donde la protagonista es la rotura de la materia, de nuevo unida por medio de pintura dorada o plateada, que simboliza la contraposición entre la luz y la oscuridad del color negro». De hecho, Torres asegura que «esta oposición es neutralizada por tonalidades azules que crean unos paisajes oníricos y etéreos».
El arte de unir la cerámica rota
Las 20 pinturas de Trencar el concepte se inspiran en el Kintsugi, una técnica milenaria japonesa que consiste en unir la cerámica rota mediante oro o plata. «Data del siglo XV y nos transmite toda una filosofía de la vida que nos enseña que los objetos rotos no se deben tirar sino que hay que restaurarlos y convertirlos en una nueva pieza que tenga más valor y belleza», resumió al respecto la artista.
En el caso de sus creaciones Torres ha trasladado este concepto oriental a la actualidad, «relacionándolo con la resilencia, ese concepto de la psicología que nos habla la capacidad que tiene el ser humano para poder superar adversidades y problemas y salir reforzado». Para ello, ha utilizado materiales como el cartón o la tela para romperlos y volverlos a unir de nuevo con pintura dorada o plateada «como metáfora de la restauración humana» y los ha convertido en más resistentes y fuertes. Es, según la pintora y poeta, un reflejo «de que las heridas cuando cicatrizan no deben esconderse sino que se han de mostrar como consecuencia de nuestra lucha interna que nos transforma en personas más fuertes y completas».
Poesías inspiradas en haikus
Por otra parte, la exposición de Binissalem también incluye poesías escritas por la propia Josefina Torres y que están inspiradas en la misma temática que las pinturas, «el kintsugi matérico trasladado al plano metafísico y espiritual». Según sus propias palabras «son versos muy breves, que recuerdan a los haikus japoneses por sus síntesis y concentración lírica pero en formato libre, llenos de metáforas, sinestesias y comparaciones que aluden a mi propio mundo interior y personal».
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