El Rey Baltasar derrochó simpatía y amabilidad durante su estancia en el Grupo Prensa Pitiusa. | Daniel Espinosa

El Rey Mago Baltasar hizo ayer un alto en el camino de sus ajetreadas navidades para conceder unos minutos a Periódico de Ibiza y Formentera y Televisió d'Eivissa i Formentera. Dejó a sus inseparables Melchor y Gaspar por unos minutos y pasó un rato divertido y alegre con los trabajadores del Grupo Prensa Pitiusa. La mayoría le saludaron efusivamente, le abrazaron y se hicieron decenas de selfies para inmortalizar el momento. A cambio, Baltasar les regaló sonrisas, amabilidad y buenos deseos y les prometió que si habían sido buenos en 2018 tendrían su correspondiente regalo esta noche. Después, Baltasar usó su infinita magia para marcharse por donde había venido y seguir trabajando intensamente junto a Melchor y Gaspar y sus ayudantes para que todo salga perfecto en la noche más especial del año para millones de personas.

—Muchas gracias por concedernos unos minutos. Sabemos que está muy atareado durante estos días...
—No pasa nada. Estoy encantado de estar con vosotros y con la gente de Ibiza y Formentera. Eso sí, en cuanto termine me volveré a reunir con Melchor, Gaspar y nuestros ayudantes para seguir trabajando y que nada falle hoy por la noche.

—¿Qué tal por Ibiza?
—Genial. Es un sitio con gente maravillosa de todas las edades. A los tres nos encanta venir a participar en las cabalgatas de la isla porque todos los años nos tratan fenomenal. Las dos islas son un lujo y por eso tenéis que cuidarlas al máximo.

—¿Es mucha presión repartir tantos regalos a tantos niños?
—(Risas). Un poco pero ya estamos acostumbrados. Son muchos años haciendo lo mismo aunque la sociedad cambie y evolucione a una gran velocidad. Eso sí, cada año recordamos a los que viven en el Primer Mundo que sean conscientes de que hay otros lugares en los que los niños están sufriendo y se desviven por un trozo de pan. Por eso, entre todos tenemos que aportar nuestro granito de arena para ayudar a quien más lo necesita.

—¿Cómo hacen para aguantar todos los años cabalgatas tan largas con el frío que hace?
—Abrigarse y comer bien. Como llegamos por la tarde lo importante es coger fuerzas para no venirnos abajo.

—¿No les pasa factura la edad?
—En absoluto. Míranos, cada vez estamos más jóvenes y más fuertes. Por nosotros no pasan los años porque nos alimenta y nos rejuvenece la ilusión de los niños y mayores de todo el mundo.

—¿Qué es lo que más le gusta de las cabalgatas?
—Lo bien que nos tratan en todos los sitios. Y por supuesto ver la cara de los niños cuando les saludamos, los abrazamos o pasamos por su lado. Por muchos años que llevemos en esto es algo tan bonito que nunca te acabas acostumbrando.

—Me han pedido que le pregunte, ¿cómo hacen para estar en tantas cabalgatas a la misma hora?
—Mmmmmm... es un secreto que no te puedo desvelar. Sólo te puedo decir por ser vosotros que nos ayuda nuestra magia. (Risas).

—¿Cómo es su relación con Melchor y Gaspar?
—Maravillosa. Nos lo pasamos genial juntos. Tengo la suerte de tener siempre a mi lado a dos compañeros fantásticos con los hacemos un gran equipo. Son tantos años juntos y todos tan buenos que ya no me puedo imaginar la vida sin ellos. (Risas).

—¿Y con Papá Noel?
—Pues genial también. Aunque no pasamos tanto tiempo juntos porque él viene en otra época de Navidad y vive en otro lugar, es un compañero de trabajo fantástico. Además, está siempre de buen humor y eso ayuda muchísimo.

—¿Es cierto que tiene su propio club de fans?
—(Risas). Eso es mucho decir. No lo se. Cada uno tiene sus propios seguidores y eso es bueno. Pero lo importante es que somos un equipo y no seríamos nada sin el otro.

—Y ya la última, ¿de dónde procede usted?
—Bueno mi nombre, antes de que se me popularizara como Baltasar, era Bel-Sar-Utsor, que traducido desde el babilonio vendría a decir Dios protege al Rey.

—¿Y cual fue su regalo para el niño Jesús?
—La mirra, como una representación de nuestra vertiente humana ya que en aquella época, ya hace muchos años, era algo muy bonito que se utilizaba en los entierros. Melchor se decantó por el oro y Gaspar por el incienso.