«Es época de esperar», valora Francisco Ribas dentro de su negocio de ropa y complementos en la calle Sant Antoni. Tiene 87 años, y dice que lleva 87 años y nueve meses detrás del mostrador. Algo de experiencia tiene en el sector. No cierra por mantenerse activo, pero sabe que su negocio retomará el vuelo en febrero, con la llegada de los viajes del Imserso.
Pero no todo el comercio de Sant Antoni de Portmany tiene su negocio abierto para esperar. Los pocos que levantan la reja todo el año luchan por mantener la actividad en el pueblo y su negocio a flote. Pero mantener vivo un pequeño negocio requiere trabajo diario, esfuerzo y, en invierno, paciencia.
Dificultades
Aunque desde la Asociación de Comerciantes se dice que la salud del sector es bastante estable, «incluso con algún aventurero que se lanza a abrir nuevos negocios» explica su presidente, Joan Ribas, reconoce que las dificultades para aquellos que abren en invierno son muchas.
Las campañas de descuentos, por ejemplo, para Ribas son un arma de doble filo. Explica que muchos de los comercios que empezaron por no tener en cuenta el Black Friday, ahora sí hacen descuentos. Sin embargo «se ha degenerado el concepto, Black Friday es un día, pero casi todo el mundo ya hace la semana entera». Este es un ejemplo de la liberalización de las épocas de descuentos, que para Ribas acaba perjudicando al pequeño negocio. «Si siempre vendes a través de descuentos y tus gastos fijos son los mismos, no te da para subsistir».
Otro aspecto es la falta de aparcamiento en el municipio. Los comerciantes reciben quejas de clientes por la dificultad de encontrar aparcamiento por la zona. Tras el cambio de régimen en la zona azul, que en invierno no es de pago, sino que se busca la rotación de vehículos a través de la limitación de tiempo con reloj, los comerciantes tienen la impresión de que los coches no se mueven.
Por otra parte en Sant Antoni ve poco movimiento por las calles de los residentes. Probablemente, indica Ribas, porque la falta de comercios y de movimiento no invita a pasear. Y la falta de paseantes no invita a abrir. Cada año son más los negocios que deciden abrir sólo en temporada turística. Al final es la sardina que se muerde la cola.
La Asociación de Comerciantes busca dar un empujón a los comercios que deciden abrir en estas fechas. «Cuando vas por la calle y no hay comercio abierto, la gente no pasea y se queda todo más desangelado», considera Ribas. Es por ello, para animar a los negocios a abrir y los clientes a comprar, que se organiza iniciativas como la campaña Compras Mágicas, que sortea cinco vales de compra de 200 euros entre todos los clientes que compren hasta el 21 de diciembre en los 85 establecimientos asociados.
También, en colaboración con los hosteleros de Sant Antoni, las personas que participan en el evento gastronómico Restaurat reciben vales descuento para animarles a acercarse a los comercios de Sant Antoni. Aquellos que aprovechan los descuentos entran además en el sorteo de un vale de 300 euros de compra y cenas para dos personas. El programa dura hasta el 9 de diciembre.
Esta actividades de dinamización se realizan en la época de invierno, ya que «en verano todo el mundo tiene más trabajo».
Los que abren
Para Miriam Ribas, dueña de una tienda en la calle Progres, la temporada de invierno va del Black Friday hasta finales de enero. Vuelve a abrir de marzo a octubre. Así es su dinámica, aunque valora cambiar. Ha notado una bajada en los últimos años.
«Dependemos más del turismo que cualquier otro municipio», explica, por lo que se ha planteado que conforme a los resultados de este invierno verá si sigue haciendo campaña de navidad o empieza a hacer una temporada de nueve meses.
Dice que para aquellos que abren en invierno es complicado, dado que muchos de los vecinos de Sant Antoni se van a Vila de compras. «A veces algunos te comentan que no han encontrado nada, y luego ven lo que buscaban aquí en la tienda. En los pocos negocios que quedamos abiertos puedes salir vestido como quieras, chico o chica».
Aquellos que se mantienen abiertos en invierno lo hacen gracias al «regalo del turismo», porque dice que para muchos en invierno es «lo comido por lo servido».
En el negocio de al lado, María José atiende en el mostrador. A estas alturas de año explica que lo que más venden son abrigos y vestidos de fiesta. Los dueños mantienen el negocio abierto en invierno porque es una tienda de toda la vida, que siempre se ha dedicado al género de invierno y de verano a «muy buenos precios».
Su sensación también es que ha bajado este último invierno el ritmo de ventas, pero, como Miriam, reconoce que cuando hacen caja es en verano.
En una perfumería cercana, Yaiza pone el contraste, dice que la cosa funciona. También «porque no hay nada más, sólo hay dos perfumerías abiertas». Dice que aunque la afluencia de clientes no es constante, no se aburre. La dinámica cambia completamente del verano al invierno. En verano abren todo el día hasta tarde y hay tres dependientas. Ahora está ella sola a turno partido.
Miguel Masallera es el joven encargado de otra de las tiendas del centro. Dice que en su caso, a través de «luchar e ir buscando lo que es tendencia», el negocio que lleva con su padre está ganando fama.
Explica que suelen tener siempre algún tipo de promoción, luchan mucho a través de ellas para hacerse un nombre.
Como todos echa de menos al turismo veraniego. «Todavía hace un clima estupendo, pero ya no hay vuelos, si los hubiera seguro que los hoteles podrían tener movimiento», opina. Aun así abren todo el año porque el negocio funciona, incluso con varios empleados. Es época de abrigos y vestidos de fiesta, y la gente, al final, se sigue teniendo que vestir.
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