Dicho esto, todos los que hemos tenido el privilegio de visitar el país coincidimos en que Gambia «es la sonrisa de África». Más allá de tópicos sobre la amabilidad de sus habitantes, sobre el colorido de los vestidos de sus mujeres, sobre sus playas desiertas, su naturaleza y sus reservas de aves, sobre el agobiante pero también atrayente caos de sus mercados, sus infraestructuras, sus medios de transporte y su día a día, esa «sonrisa» se la deben fundamentalmente a sus niños y niñas.
Ellos son el futuro de este pequeño país y si la riqueza se midiera por sonrisas, amabilidad, cercanía y naturalidad Gambia remontaría siendo uno de los países más emergentes del mundo. Desgraciadamente cómo todo en este mundo se rige por dinero sus habitantes siguen luchando día a día afrontando su futuro con optimismo.
En este futuro juegan un papel fundamental sus escuelas. Actualmente hay varios modelos educativos en Gambia. El más habitual son los colegios de modelo británico. Son gratuitos, no obligatorios, de carácter mixto y al ser el modelo oficial y tener el mayor número de estudiantes están subvencionadas por el gobierno que paga el sueldo de los maestros y el mantenimiento de las instalaciones. Éstas conviven con las escuelas coránicas, divididas en jarañimbés, madrasas y maisis, los colegios concertados con financiación mixta y que suelen ser propiedad de órdenes religiosas, y las escuelas privadas sin subvención.
Una escuela en Niani District
Una de estas escuelas públicas es Jarumeh Koto Lower Basic School, en Niani District, uno de los diez distritos que forman parte de la región Central River Division, en el centro del país.
Allí pasamos una mañana y lo primero que llama la atención al visitar sus clases junto a su director y su jefe de estudios es el alto nivel de inglés que tienen los alumnos ya que además de ser uno de sus idiomas oficiales es su lengua vehicular. Desde el más pequeño al más mayor todos pueden mantener una conversación medianamente fluida a pesar de que la lengua mayoritaria en Gambia es la mandinga, perteneciente a la etnia más numerosa del país.
Además, el número de niñas y niños en cada aula es muy parejo y aunque hay distintas etnias representadas, la mayor parte son mandinga. Todos cursan sus estudios desde los 7 a los 15 años, divididos en los seis grados que corresponden al Lower Basic School y que en España podría equipararse a la Educación Primaria. De lunes a jueves, de 08.00 a 14.00 horas, y los viernes hasta las 12.00 horas estudian, entre otras materias, matemáticas, caligrafía, arte y manualidades, ciencias, sociales, religión islámica o educación física.
Sus aulas son sencillas, humildes y acogedoras, recordándonos a las de hace más de medio siglo en nuestro país. Apenas una pizarra, unos pupitres que compartir y una estantería para el material. Los libros de texto, los cuadernos y los lápices son tan escasos que, incluso, cuando traemos lapiceros para los niños de una clase, todos se afanan por demostrar a la profesora cual es el que lo tiene más gastado para poder conseguir uno nuevo.
No existe el concepto de patio al que en Occidente estamos acostumbrados, con suelo asfaltado, canastas y porterías de fútbol sala. Lo único parecido a un campo de fútbol es una gran extensión de terreno de arena de playa con porterías con postes y larguero hechos de madera. Hay un balón para todos los estudiantes, sin importar el curso que estudian, y en el recreo todos se afanan por marcar el gol o hacer el regate que decida el improvisado partido.
Campaña de recogida de material
Sin embargo, esto no impide que los estudiantes de Jarumeh Koto Lower Basic School pierdan la sonrisa en ningún momento. Al principio nos miran asombrados pero una vez que se familiarizan a nuestro rostro y nuestro cuerpo whitty (blanquito) chocan nuestras manos y no paran de hacerse fotos con nosotros. Incluso, alguna clase improvisa una canción que emociona y emociona el espíritu.
Por ello, desde Periódico de Ibiza y Formentera y Radio Ibiza Ser hemos lanzado una campaña de recogida de material para ayudar a esta escuela del centro de Gambia que nos abrió sus puertas y nos hizo sentirnos como en casa. No necesitan dinero, «no suele llegar porque se queda en el camino ante tanto intermediario», pero si bolígrafos, lapiceros, cuadernos, mochilas, carpetas y todo lo necesario para seguir mejorando su educación.
Todos los interesados pueden dejar el material en las instalaciones del Grupo Prensa Pitiusa (Cami Vell de Sant Mateu, 3 - Ibiza) o en Radio Ibiza Ser (Avenida Sant Jordi, 5, escalera derecha, primer piso - Ibiza).
El futuro de Gambia está en sus manos. El futuro de África está en sus manos. El futuro de la sonrisa de África depende de la ayuda occidental.
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