Dickie, Hazel, Otto, Laika, Shiva, Bonito, Duna, Akemi, Suerte o Moira fueron ayer los protagonistas de la nueva jornada de adopción responsable de perros que se celebró ayer en Santa Eulària. Cachorros, perros adultos, de todos los colores y de todos los tamaños, algunos con dueño y otros buscando tener uno, desfilaron por la pasarela instalada por Renace Natura en la plaza de España.
Cristina Peire, voluntaria de esta asociación, explicó que el número de perros abandonados no desciende a pesar de las campañas realizadas contra ello. «La gente trata a los animales como piezas de recambio. Cuando son pequeños son como juguetes pero cuando son adultos los regalan», señaló esta voluntaria, quien destacó además «el amor incondicional que los animales dan y que las personas no somos capaces de ofrecer».
Dickie, un perro de la raza stanford de 10 años, Hazel, una pitbull de seis, y Otto, un braco alemán son tres de los animales que buscan dueño. Maggie, voluntaria de Can Dog, explicó que los tres son perros potencialmente peligrosos y, por tanto, lo tienen todavía más complicado a la hora de que alguien se anime a adoptarlo. «Son perros muy grandes y con una mordida muy potente y a la gente no les interesa porque necesitan un permiso del Ayuntamiento y hay que pasearlos con bozal», afirmó.
Aún así, Rix y Moles, una pareja dueños de tres perros adoptados, demuestran que hay esperanza. «La gente no debería comprar animales sino adoptarlos. No hace falta que sean de raza para sean mejores», dijeron.
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