A mediodía, los puntos que ofrecían viandas eran los que atraían al grueso de los visitantes. «Al final del día calculamos que habremos hecho más de 2.000 buñuelos», apuntaba una de las integrantes del Coro de Santa Eulària. A unos pocos metros, Andrea, María, Pepi, Sofía y Anita hacían encaje de bolillos ataviadas con vestimentas payesa. «Nacimos en Andalucia, Murcia y Asturias pero llevamos tantos años que ya somos de aquí», apuntaban.
En el pórtico de la iglesia que este año celebra su 450 aniversario se ubicaron las hermanas Antonia, Pepa y Maria Ribas, de Can Gibert. «Aquí estamos un año más hilando lana y atendiendo a la gente». A su espalda, Emilia de León las inmortalizaba en un lienzo. La joven es una de los veinte participantes en el concurso de pintura rápida, una de las novedades de este año.
Entre los artesanos también figura un clásico de estas citas, Xicu Tur, con sus senallons y barses (cestos). Calle abajo se encuentra Agustí Ribas con «les nostres coses», es decir, castanyoles, flaütes y tambors.
Vecinos y turistas también disfrutaron de una ballada popular a cargo de la Colla des Broll, y un pasacalles de los dimonis des Mals Esperits.
En la subida al Puig de Missa también se desplegó la exposición de motos y coches clásicos y una muestra de perros de razas autóctonas.
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