La industria de la sal en Ibiza atraviesa por un delicado momento por culpa de la falta de mantenimiento tanto de sus instalaciones como, sobre todo, de los estanques del Parque Natural de ses Salines. La empresa lleva siete años esperando la redacción de un plan que regule la actividad de la extracción de sal en las islas por parte de la Conselleria de Medi Ambient. Y aunque el Govern ha reactivado este año la llamada comisión salinera, desde Salinera Española continúan criticando las trabas administrativas que le impiden modernizar su planta y adecentar las lagunas de las cuales se extrae el tesoro blanco de la isla.
Así las cosas, la rentabilidad de la empresa se encuentra a merced de los caprichos del tiempo en un Parque Natural que adolece de un correcto mantenimiento. Salinera Española prevé extraer hasta diciembre –la recogida se ha retrasado un mes por las fuertes lluvias de agosto y septiembre– unas 45.000 toneladas de sal, por lo que no se alcanzará la cifra «óptima» de 50.000. Y mucho menos las 68.000 toneladas de 2016, año de sequía, o las 90.000 que llegaban a recogerse hace un siglo gracias a la mano de obra de centenares de trabajadores y a unos estanques en perfectas condiciones de conservación.
Es precisamente el mantenimiento y la limpieza de los cristalizadores, el movimiento de los fangos y el afianzamiento de las motas lo que le hace falta al Parque Natural para que la producción vuelva a valores de antaño. Y para eso, sostienen los responsables de Salinera Española, es necesaria la «comprensión» del Govern balear para que agilice la tramitación de los permisos que la empresa necesita para acometer dichas reformas.
Según el director de Salinera Española, José María Fernández, en Ibiza se producen unas 140 toneladas de sal por hectárea, muy lejos de las 200 a 250 de media que se producen en el resto de salineras españolas. «Si nuestras salinas estuvieran completamente arregladas, nuestro tope de producción debería estar sobre las 90.000 toneladas», asegura.
La Salinera de Ibiza únicamente recibió una línea de ayudas públicas en los años 2008 y 2009, aunque como recupera su apoderado, Juan Ribas, no las llegaron a cobrar hasta 2012. La compañía ibicenca, que apenas cuenta con una docena de empleados, no aspira a recibir subvenciones por parte de la adminsitración; lo que quiere es que se aclaren los asuntos burocráticos para salir de la parálisis administrativa en la que se encuentra la industria.
Desde Salinera Española explicaron que este año han llevado a cabo una inversión de 370.000 euros para la adquisición de dos tornillos de Arquímedes, una maquinaria especial para limpiar la sal que se encuentra en periodo de prueba. No obstante, La máquina principal en la recolección de sal es el Rotovator, un artilugio con un extremo en forma de estrella con entre 6 y 8 puntas que sirve para separar la sal de los barros que quedan en las capas más bajas, para así conseguir que la calidad del producto sea la óptima.
La empresa ibicenca vende la tonelada de sal a entre 22 y 25 euros y su principal comprador son las Islas Feroe, que emplean el producto para sazonar el bacalao y también para el consumo humano. Otros mercados importantes además del nacional son países del norte de Europa como Noruega, así como el Reino Unido y Portugal, que ha recuperado su interés por la sal ibicenca tras varios años de crisis.
LA NOTA
Dos años sin noticias del quitamiedos para el puente
Hace varios años que tanto los vecinos como la empresa Ibifor han solicitado a la administración que instale vallas quitamiedos en el tramo de carretera situado justo al pasar el desvío a es Cavallet, en dirección a sa Canal, para evitar caídas de vehículos, ciclistas o viandantes. También en el acceso a es Cavallet. Según Salinera, Ibifor lleva dos años sin obtener respuesta.
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Las salinas son parte de nuestra historia y patrimonio cultural. Es una vergüenza que se hallen en esta situación. Pónganse las pilas, señores políticos.