Hoy traigo una propuesta muy curiosa y especial, pero, también muy necesaria.
Propongo elegir un domingo o un día de fiesta en el que no tengamos ningún compromiso y reservarlo solo para nosotros. Vamos a hacernos un regalo y lo vamos a convertir en nuestro DÍA ESPECIAL, dedicándonos este día por completo. Porque sí, porque hoy es hoy, porque lo merecemos, porque nos queremos, porque lo valemos…
¿Qué vamos a hacer hoy por nosotros para sentirnos más felices?
¿Cómo nos gustaría pasar este día especial?
¿Qué nos pide el cuerpo hacer? ¿Qué nos apetece más?
Dejo algunas propuestas:
Empezar nuestro día viendo salir el sol, y respirando su energía en este nuevo día que comienza. O permitiéndonos olvidarnos del despertador y disfrutar del placer de quedarnos ganduleando en la cama un ratito más.
Darnos un baño o una ducha larga y relajante y perfumarnos con nuestra colonia favorita.
Ponernos una ropa muy cómoda, que nos favorezca y con la que nos sintamos especialmente bien.
Prepararnos un desayuno delicioso y tomarnos todo el tiempo del mundo para saborearlo y disfrutarlo.
Ponernos nuestra música favorita y bailar a su compás o escucharla con toda nuestra atención, dejándonos llevar por todo lo que nos transmite.
Salir a pasear y visitar alguno de esos sitios de nuestra ciudad o nuestra isla que tantas ganas teníamos de ver, pero que nunca encontrábamos el tiempo para ello. Podemos acercarnos al campo, al bosque o al mar y disfrutar de ese paisaje tan especial, que tanta paz y tanta alegría nos aporta, caminar descalzos, mojarnos los pies, respirar el aire puro, disfrutar de él y del sol en nuestro cuerpo.
Dedicar nuestra mañana a hacer un poco de ejercicio, practicando el deporte que más nos guste. Mover nuestro cuerpo siempre es una buena opción.
Empezar a leer ese libro que lleva tanto tiempo esperando a que lo hagamos.
Dedicar nuestro tiempo a esa afición especial que tenemos, que tanto nos gusta y que nunca encontramos el momento de practicar.
Prepararnos nuestra comida preferida, o ir a nuestro restaurante favorito y permitir que otros la preparen por nosotros. Podemos pedir ese vino que tanto nos gusta y brindar por nosotros y por nuestro día especial, y permitirnos también ese postre especial que nunca tenemos tiempo de saborear.
Ir al cine a ver esa película que tantas ganas tenemos de ver.
Sea lo que sea lo que decidamos hacer en nuestro día especial, que sea algo realmente importante y placentero para nosotros, que nos guste mucho y que nos haga disfrutar plenamente.
¿Y qué tal si nos comprometemos a tener un día especial para nosotros, al menos una vez al mes?
¿Y si tenemos también todos los días un ratito especial en el que podamos disfrutar en exclusiva y en el que lo más importante y que acapare toda nuestra atención seamos solo nosotros?
Si no sabemos exactamente qué hacer en nuestro momento o día especial, tal vez podamos escribir en una hoja de papel todas las cosas que nos gusta mucho hacer, los beneficios que nos aporta hacerlas, lo que sentimos cuando las hacemos y las razones por las que nos vamos a permitir hacerlas más, de ahora en adelante.
Y, después, comprometámonos a hacerlas sin sentirnos culpables o egoístas por ello. Si no cuidamos de nosotros primero, no podremos cuidar de otros. Y, además, cuando nosotros estamos bien y nos sentimos bien, también las personas que tenemos a nuestro alrededor se sienten mejor con nosotros y valoran más nuestra compañía.
Cuando nos hacemos este regalo a nosotros mismos, tenemos mejor disposición para hacérselo también a las personas que son importantes en nuestra vida. Podemos demostrarles a nuestros seres queridos cuánto les queremos y procurarles con frecuencia nuestra atención y cariño, del mismo modo que lo hacemos con nosotros. Y, sobre todo, no nos olvidemos de darles las gracias, por todo lo de bueno que nos aportan.
Y, cuando este día especial termine, démonos las gracias por habernos dedicado estas horas y por haber pasado este tiempo cuidándonos y disfrutando. Saboreemos plenamente todo lo que hemos vivido y sentido.
Incluso, si nos apetece, podemos escribir nuestra experiencia, para poder releerla en otros momentos en que no nos sintamos demasiado bien y poder recordarla nos ayude.
Por último, me gustaría recordar aquí algo que es muy importante para nuestro propio bienestar: estamos tan acostumbrados a HACER que, muchas veces, nos olvidamos de, simplemente, SER.
Está muy bien cumplir con nuestras obligaciones, pero, permitámonos también de vez en cuando rescatar a ese niño que todos llevamos dentro y disfrutar y vivir plenamente.
¿Y tú cuándo vas a regalarte un día?
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