En febrero de este año, en estas mismas páginas, escribí un artículo titulado Una porquería de carretera. Obviamente, me refería a la carretera de Jesús. La califiqué de «porquería como no se ha visto nunca». Sostuve que la constructora lo había hecho mal adrede, porque de otro modo no se explicaba tal acumulación de deficiencias. Escribí: «Lo menos que se puede pedir al constructor de una carretera de tan solo 800 metros, es que sea transitable. No parece que sea mucho pedir». Ahora que las deficiencias han vuelto a aparecer solo dos meses después de que el Consell d'Eivissa haya recepcionado las obras es evidente que me quedé corto en mis apreciaciones y que procede que la institución insular solicite la inclusión de la obra en el Libro Guinness de los Récords. Difícil será que haya otra carretera así en todo el planeta. No es extraña, pues, la indignación vecinal de la localidad de Jesús y que el PP trate de buscar rédito político y exija la dimisión de la consellera insular Pepa Marí, titular del departamento de Territorio y Movilidad y máxima responsable política de la ejecución de la obra. Cuesta aceptar que todo sea fruto de la mala suerte, de la inestabilidad del terreno, que todo se haya hecho correctamente y pese a eso, este sea el vergonzante resultado. Y obviamente las dudas acerca de la ejecución del desdoblamiento de Ca Na Negreta afloran justificadamente.
Borrones y tachaduras
Una carretera para el Récord Guinness
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