En el elocuente reportaje fotográfico publicado el viernes con el titular «800 metros de chapuzas», se puede afirmar categóricamente que la carretera de Jesús es una porquería como no se ha visto nunca. Tal acumulación de deficiencias hace sospechar que la constructora lo haya hecho mal adrede, porque de otro modo no se explica. Bien hará la consellera insular de Territorio y Movilidad, Pepa Marí, en exigir que la empresa contratista solucione el desastre, pero conviene que lo haga a su costa y no a costa del bolsillo de los ciudadanos de Ibiza, como pretende con argucias de trilero agarrándose a que el proyecto estaba mal redactado y no sé qué otras excusas ridículas. Lo menos que se puede pedir al constructor de una carretera de tan solo 800 metros, es que sea transitable. No parece que sea mucho pedir. Los temores que exterioriza el Partido Popular sobre qué ocurrirá con la carretera de Santa Eulària no parecen injustificados, porque si para este simulacro de carretera, el resultado es una chapuza, hay que temerse lo peor cuando haya que acometer una carretera que responda a tal nombre. Y es que, en efecto, lo barato sale caro y nadie da duros a cuatro pesetas. Conviene que el pliego de condiciones del desdoblamiento de Ca na Negreta esté mejor redactado y que no se mire solo la oferta económica, porque luego nos encontramos con que la constructora escatima en los materiales y lo hace todo de aquella manera.
En todo caso hay que recomendar más prudencia al PSOE de Santa Eulària y a su líder, Vicent Torres ‘Benet', que ante el desastre que tiene en Jesús, se le ocurre reprochar al Ayuntamiento que preside Vicent Marí el estado del Camí de Atzaró. Hace falta tener cuajo, porque lo mismo que echa en cara al alcalde se lo podría decir a su tocayo presidente del Consell d'Eivissa y a la responsable de las carreteras de la isla, Pepa Marí, sobre la carretera de Jesús. Punto por punto. ¿O es que los vecinos de Jesús son menos vecinos de Santa Eulària que los usuarios del Camí de Atzaró? Claro que no, pero este camino lo parchea el Ayuntamiento y es motivo de crítica y la carretera -que usa mucha más gente y cuyas obras han sido la ruina de muchos comercios y han causado indignación general- la parchea el Consell y aquí callamos. ¡No hombre, no! Un poco de tacto no vendría mal, Benet.
● La patata caliente de la planta de triaje.
Hablando de porquería, el Consell d'Eivissa tiene un enorme problema sobre la mesa y aunque es cierto que no se puede atribuir al equipo de gobierno de PSOE y Podem-Guanyem, lo cierto es que son ellos quienes gobiernan y les corresponde solucionar la papeleta. La planta de triaje de Ca na Putxa acumula un retraso brutal y en gestión de residuos estamos como en los años 90. Seguimos vertiendo casi todos nuestros residuos -el porcentaje de lo que se recicla es ínfimo- a un vertedero que tiene fecha de caducidad, ya porque se llene -cosa que ocurrirá pronto al ritmo que vamos- ya porque venga la Unión Europea y nos tire de las orejas porque se sabe hace años que los vertederos como los conocemos actualmente, tienen que cerrar en 2020, ¡dentro de tres años! Ibiza está muy lejos de reciclar el 50% de los residuos que genera, como la normativa le obliga. Y ¿qué vamos a hacer? ¿Se va a modificar el contrato de 2003 entre el Consell y la UTE Giref, pese al dictamen del Consell Consultiu, para construir la planta de selección? Es hora de que el conseller Miquel Vericad explique lo que piensa hacer, o al menos que nos diga cuál es su opinión. Ayer mismo Nito Verdera sugería construir una planta incineradora en Ibiza para solucionar el problema que tenemos aquí, pero me da que sería mucho más barato enviar el exceso de residuos a Mallorca, donde tienen una incineradora con capacidad suficiente para tratar sus residuos y los nuestros. ¿O es que no somos "Cuatro Illes, un país y cap frontera"? Además, me gustaría ver a un podemita impulsando la construcción de una incineradora y a los vecinos y grupos ecologistas resignándose a que se haga sin montar los alborotos de costumbre. Pero empieza a ser hora de saber de qué hay que morir y, sobre todo, de que los actuales gobernantes nos digan cuánto se va a encarecer el recibo, cosa que sucederá en todo caso, pero nadie quiere decirlo.
● Silvia Tur presidenta.
La verdad es que la maniobra de Més per Mallorca era ingeniosa y atrevida. Proponer a la diputada autonómica de Gent per Formentera (actualmente en el Grupo Mixto) Silvia Tur, para presidir el Parlament como tercera vía entre Podem y PSIB, con el argumento de la paridad, tuvo su gracia. A nadie le amarga un dulce y Silvia no descartó tal posibilidad, aunque sin caer en la cuenta en la que sí ha caído Laura Camargo: que te hagan presidenta equivale en buena parte a que te silencien. Y Tur es la única voz de Formentera en un Parlament donde ya habitualmente la menor de las Pitiusas es poco oída, la verdad sea dicha. Pero es que además, Silvia Tur está encausada en el caso Punta Prima y con toda seguridad se sentará en el banquillo de los acusados junto al presidente del Consell de Formentera, Jaume Ferrer; la actual consellera de Participación Ciudadana, Sonia Cardona; y el vicepresidente 2º y conseller de Presidencia, Hacienda y Medio Rural, Bartomeu Escandell. Con esta coyuntura, es difícil pensar que Silvia Tur pueda ser presidenta de la Cámara legislativa, porque sería el colmo ver a la presidenta del Parlament sentada en el banquillo. Por mucho menos otro presidente -y presidenta- dimitieron, justamente para no enfangar la imagen del Parlament. Seguro que Tur no querría eso, ¿verdad? Pasen un feliz fin de semana.
3 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
Pues ya han desmontado toda la infraestructura que tenían montado en la entrada de jesus quitando el campamento quitando, casetas materiales y Labrando terreno... se están yendo, quien arremetra el arreglo entonces?
Y yo me pregunto??.
Hace falta tener vergüenza para hablar del cami Atzaró y no abrir la boca sobre la carretera de Jesús. A Jesús el señor Benet y el resto de socialistas del Consell no puede ni asomarse sin que vecinos y comerciantes le pongan la cara roja.