Nunca sabremos a ciencia cierta si fue por intervención divina, por los rezos de los miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad o porque el Ayuntamiento de Ibiza finalmente se puso las pilas, pero el caso es que el Cristo de la Sangre pudo salir en procesión ayer por la noche haciendo su habitual recorrido por el barrio de la Marina de Ibiza. Algo que por la mañana no estaba del todo confirmado ya que según explicó a PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA el presidente de la cofradía, Juan Marí-Mayans, las obras que se estaban haciendo en la calle Manuel Sorá no se terminaron hasta el mediodía de ayer.
Por ello, se había ideado un plan alternativo para que la procesión se celebrara si o sí y que consistía en montar la imagen en la puerta de la iglesia de Sant Elm y hacer un recorrido más corto por las calles de la Cruz, Guillem de Montgrí y volver por la calle Anibal, conocida como la calle de las farmacias. Afortunadamente esto quedó olvidado y la imagen del Cristo de la Sangre, creada por un artista desconocido y donada a la parroquia junto con la titular muy probablemente en el año de la refundación de Sant Elm en 1947 tras haber sido saqueada, incendiada y derruida en los primeros meses de la Guerra Civil, pudo salir por la puerta lateral de la iglesia de los marineros del mismo modo que se lleva haciendo desde el 2011 a instancias de los capataces de sus andas Jorge y José Antonio Jiménez Morales.
Durante su marcha, que incluyó el recorrido habitual, es decir, la plaza de Sant Elm, la calle José Herrera, la calle de la Cruz, la calle Guillem de Montgrí, la calle de las farmacias, la calle Manuel Sorá y vuelta, la talla estuvo acompañada por unos 30 cofrades con sus hábitos blancos y su capa roja, «símbolos de pasión y pureza». Además, el Cristo de la Sangre fue portado por 18 costaleros, más 2 de refuerzo. Precisamente uno de ellos fue el presidente de la cofradía Nuestra Señora de la Piedad, Juan Marí-Mayans, que volvió a demostrar que está en plena forma cargando con la imagen como lleva haciendo desde que hace 40 años. «Para mí esto es algo que no se puede definir con palabras porque llevo siendo costalero desde que tenía 15 años, cuando la imagen de La Piedad se llevaba en Vía Crucis hasta la Catedral, y ahora que tengo 56, sigo sin cambiarlo por nada». Ya lo ven, fe, fervor e ilusión contra las obras.
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