Porque un ‘bullit de peix’ cocinado con salmón y panga nunca sería lo mismo | Armando Tur / Carlos Sanclemente

Los alumnos de cuarto de Primaria del colegio Portal Nou se sitúan alrededor de una mesa llena de especies que pueblan el litoral marítimo de Eivissa y Formentera. Los niños actúan de improvisados pescadores y, en apenas unos minutos, arramblan todos los peces que había sobre el ficticio mar hasta no dejar casi ninguno. Pescan peces pequeños, especies protegidas como tortugas o delfines e incluso estrellas de mar o medusas que no son comestibles. Al acabar el juego, la bióloga María Fargas les cuenta lo que han hecho mal: «Acabáis de hacer un expolio en el mar. Si mañana volvemos a pescar al mismo lugar no habrá nada porque os lo habéis llevado todo».

Gisela Sánchez, una de las alumnas, cae rápidamente en la cuenta que no lo ha hecho bien y devuelve al mar con disimulo una tortuga. Es la manera en que la Cofradía de Pescadores, junto al Ayuntamiento de Eivissa, intentan dar a conocer a los niños la importancia de practicar una pesca sostenible y selectiva que garantice el futuro de un oficio que, además de crear puestos de trabajo, ofrece producto de calidad y forma parte de la cultura pitiusa. Se trata de concienciar a los más pequeños de que «hacer un bullit de peix con salmón y panga nunca sería lo mismo», explica la bióloga Marga Serra.

Después del juego, estos niños de 10 años lo captan a la primera. Gisela reconoce que le han puesto una multa porque ha cogido más peces de los permitido. Pau cuenta satisfecho que solo ha pescado una raya: «Si cogemos muchas se acaban porque hay menos rayas que otros pescados». En cambio, reconoce que nunca había oído hablar de la pesca y que ha aprendido que «no se pueden pescar ni tortugas ni delfines porque están en peligro de extinción».

Antes del juego, las biólogas les explican las diferentes artes de pesca que se utilizan en nuestras costas: palangre, encerclament, tremall o pesca d'arrossegament o de bou, la más antigua de todas y denominada así porque se sacaba del mar todo lo que entraba en la red y solo la fuerza de un toro podía soportar su peso. De la misma manera, les enseñan a distinguir entre un pescado salvaje y otro de piscifactoría. «Igual que es una suerte poder consumir productos de huerto, es un privilegio comer peces de nuestro mar», señala la bióloga, quien apunta que la diferencia entre los pescados criados en el mar y los «de granja» es que los de piscifactoría suelen tener todos el mismo aspecto y casi el mismo tamaño.

La concejala de Medi Ambient de Eivissa, Montse García, destaca la importancia de que los niños sepan «cómo ha llegado el pescado que sus padres les ponen en el plato» y que puedan apreciar las especies autóctonas que están etiquetadas bajo el nombre de ‘Peix nostrum'. Aún así, tras una pequeña encuesta entre los alumnos de Portal Nou, queda demostrado que a los niños todavía les queda mucha cultura gastronómica por aprender. El pescado preferido de la mayoría no es ni la ratjada, ni el gató ni la rotja: el salmón y el lenguado se llevan la palma.

LA NOTA

«Policías del mar» contra la pesca furtiva

La bióloga encargada de dar la charla a los alumnos puso todo su empeño en mostrar las diferencias entre las pesca profesional, la recreativa y la deportiva.

Toda la pesca que no cumpla las normas es ilegal y contra ella luchan «policías del mar que ponen multas» a los pescadores furtivos que capturan especies protegidas como por ejemplo las tortugas.